Ibrahim Abdel Nabi, un palestino que se encuentra en un sitio de desplazados en Khan Younis, relata su desgarradora experiencia tras perder una pierna debido a un ataque en Gaza. Pasó un mes y medio en el hospital de la Cruz Roja después de recibir una bala explosiva en su pierna el 27 de mayo. A pesar de las múltiples cirugías, su estado fue crítico y, finalmente, se tomó la decisión de amputarle la extremidad.
Ibrahim recuerda el caos de aquel día: él y su esposa intentaron acceder a ayuda humanitaria cuando fue alcanzado por el disparo. Estuvo sangrando durante una hora y media antes de que alguien viniera a socorrerlo. A pesar de las complicaciones que vivió en el hospital, donde sufrió la pérdida de sangre y desnutrición, su principales pensamientos al salir eran por su familia, que padecía hambre.
La situación se tornó más desesperante cuando sus hijos comenzaron a pedirle comida. Para poder ayudar a su familia, Ibrahim decidió construir una prótesis con los materiales que tenía a su disposición. Aunque reconoció que la prótesis «no reemplaza mi pierna», siente que al menos puede llevar provisiones a su hogar y aliviar el dolor de su familia, compuesta por su esposa y cuatro hijos.
La esposa de Ibrahim, quien lo apoya en cada paso que da, enfatiza que la amputación no ha cambiado su fortaleza ni su honor. Sin embargo, la carestía de atención médica y suministros complica su día a día, lo que preocupa aún más a la familia.
El drama de Ibrahim no es un caso aislado en Gaza, donde cada vez más niños sufren amputaciones como resultado del conflicto. En el Complejo Médico Shifa, otros menores, como Shahd, y Mariam, continúan luchando contra secuelas devastadoras. Shahd, que perdió un brazo, y Mariam, que está recuperándose de la pérdida de una pierna, son solo algunos ejemplos de un panorama desgarrador que afecta cada vez más a la población infantil. La situación humanitaria sigue deteriorándose sin que se vislumbre una resolución a la crisis que lleva años azotando a la región.
Fuente: ONU últimas noticias