Lejos de las cámaras y del ajetreo de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada esta semana en Niza, los máximos responsables políticos han expresado su determinación de concluir, antes de finales de año, un tratado mundial que regule por primera vez todo el ciclo de vida de los plásticos. Jyoti Mathur-Filipp, quien supervisa el proceso de negociación del tratado, destacó que “existe un compromiso renovado para concluir el tratado en agosto”, subrayando la urgencia de abordar este asunto.
La reunión, organizada por Inger Andersen, directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, constituyó un punto de inflexión en un proceso que lleva dos años en marcha y refleja un compromiso político creciente. Con una última sesión de negociación programada del 5 al 14 de agosto en Ginebra, la presión aumenta para lograr un texto jurídicamente vinculante que aborde la contaminación por plásticos desde su producción hasta su consumo y eliminación.
Los residuos plásticos se han infiltrado en casi todos los ecosistemas del planeta y, en forma de microplásticos, han encontrado su camino en el cuerpo humano. Si no se toman medidas urgentes, se estima que para 2040 se verterán al océano 37 millones de toneladas de plástico al año. Mathur-Filipp advirtió que “nos estamos asfixiando bajo el plástico”, enfatizando la necesidad de actuar para proteger los ecosistemas.
La situación económica también es alarmante. Se estima que entre 2016 y 2040, el coste acumulado de los daños relacionados con la contaminación por plásticos podría alcanzar los 281 billones de dólares, afectando diversas áreas como el turismo, la limpieza de playas y la pesca.
El proceso de negociación comenzó en 2022 a instancias de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y ha avanzado rápidamente, con cinco sesiones celebradas en menos de dos años. La última reunión en Busan, Corea del Sur, resultó en un hito importante con la elaboración de un texto preliminar que es la estructura básica del futuro tratado. Este documento abarca todo el ciclo de vida de los plásticos y propone tanto disposiciones obligatorias como enfoques voluntarios.
Aunque la contaminación por plásticos es un desafío global, sus consecuencias no son uniformes. Los pequeños Estados insulares en desarrollo se ven afectados de manera desproporcionada, enfrentando una carga que no les corresponde, ya que no son los principales contribuyentes al problema.
Mathur-Filipp, quien ha trabajado en temas de biodiversidad, lidera esta compleja negociación. Si bien Niza ha mantenido el impulso político del tratado, todas las miradas ahora están puestas en Ginebra. El mes de agosto será crucial para determinar si la comunidad internacional está lista para tomar medidas decisivas contra la contaminación por plásticos o si optará nuevamente por postergar la acción.
Fuente: ONU últimas noticias