Quizá podría ser “El guardián entre el centeno” nipón. Comparte con ese clásico unos protagonistas adolescentes al borde del mundo, a la búsqueda de límites que cruzar. Bueno, y algunos cruzan, aunque no quizá los que uno tiene en mente. También comparte un estilo directo y afilado, y un lenguaje coloquial. No podría ser de otra forma. Aunque eso sí, manteniendo cierto toque poético y reflexivo, habitual en muchos autores japoneses, como el muy conocido Haruki Murakami.
¿La historia? Un chico, una chica, una enfermedad. Ya desde el comienzo sabemos que algo terrible va a sucederles. Lo bueno es que, aún consciente del final, la novela tira de ti. Arrastra. Aki, Sakutaro y el abuelo de éste (con su propia historia al límite) nos hablan de un Japón menos mágico que el de Murakami, pero que transmite esa misma sensación de que hay algo más allá de lo que vemos o palpamos.