‘Toy Story 3’, jugar a hacer cine

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Ya hace años que el cine de animación ha dejado de ser cine para niños para convertirse en garantía de buenas películas y un imán para todos los públicos. Los estudios Pixar, además, tienen una cualidad que ya quisiera cualquier cineasta hoy en día, y es que cada película y cada corto que sacan son una nueva maravilla del cine moderno.

Después de dos perlas como Wall-E y Up, uno podía mirar el estreno de Toy Story 3 con cierto recelo, pues supone un alto en el camino en la creatividad y la originalidad del estudio, por el tema de explotar una franquicia en vez de crear algo nuevo. Además, y aunque la segunda parte no fue para nada sobrante, es cierto que no llegó a la misma categoría que la Toy Story original que revolucionó el cine de animación hace 15 años.

No obstante, Toy Story 3 no sólo es el cierre perfecto a la saga más entrañable de todos los tiempos, sinó que supone un paso adelante para la franquicia y posiblemente sea la mejor película de Pixar hasta el momento, ahí peleándose con Wall-E.

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Toy Story 3 tiene en la coherenicia su mejor arma y en la creatividad su mejor virtud. Primero porque es un nuevo nivel en el ciclo vital del juguete, este momento en el que el dueño se ha hecho mayor, tiene a sus juguetes olvidados en un viejo baul y debe decidir qué hacer con ellos ahora que se va a la Universidad. La incertidumbre a esta importante decisión de Andy es la que conduce a Buddy, Buzz Lightyear y compañía a la aventura más increible y trepidante que se ha visto en muchos años.

Sólo la secuencia inicial ya es un prodigio de técnica, narrativa e imaginación; con una miniaventura que nos re-presenta a todos los personajes de una forma brillante, con un giro de guión cada pocos segundos y con una mezcla de géneros cinematográficos (western, aventura, ciencia-ficción, mafias, superhéroes, acción, etc., además del cine negro, drama, romántico y carcelario que nos encontramos a lo largo del film) sin precedentes. Y lo bueno es que toda la película sigue el mismo tono, pues es un derroche de inventiva y emoción que te absorve con pasmosa facilidad por varios motivos intrínsecos a la película, pero sobretodo porque todos hemos sido niños, todos hemos tenido juguetes y todos podemos sentirnos identificados en la película.

También espectacular el desfile de colorido y el antológico elenco de nuevos personajes (Ken es espectacular), todos ellos con voz protagonista en un relato que no chirria lo más mínimo ni por la variedad de escenarios, ni por los giros de guión, ni por la dificultad de manejar tantos personajes a la vez.

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Y por si fuera poco todavía hay espacio para la emoción, la risa, la lágrima, el recuerdo, la reflexión e incluso la crueldad y la irreverencia; dándole una película un trato más cáustico y adulto que en anteriores trabajos, aprovechando que aquí el «factor Disney» de tener que vender muñecos está más que cubierto. Puro cine, en definitiva.

En definitiva estamos ante una brillante producción, una memorable película y un precioso homenaje al cine, pues Toy Story 3 es realmente la primera película que se asemeja cautivadora y prodigiosa a la imaginación sin límites de un niño jugando.

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