La primavera suele ser una estación que es esperada, pero también odiada, a partes iguales. Esperada porque el buen tiempo hace acto de presencia y se hace más vida social, pero odiada a la vez por todas aquellas personas que sufren algún tipo de alergia estacionaria causada por el florecer de la naturaleza. Son millones de personas los que tiene estornudos constantes, picores en los ojos, fatiga o congestión nasal a causa de esa alergia.
El motivo principal es el aumento del polen en el ambiente, una sustancia vital para la reproducción de la naturaleza, pero una amenaza para todos aquellos que tienen un sistema inmunológico reactivo. Su inhalación desencadena una respuesta del organismo que libera histamina, generando los molestos síntomas de la alergia.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) prevé una primavera de 2025 con alta intensidad alergénica en España. Este incremento se debe a las abundantes lluvias de febrero y marzo, así como a las temperaturas invernales más cálidas de lo normal, que han impulsado la producción y dispersión de polen. Otros factores que intensifican la exposición a alérgenos son la contaminación ambiental, el estilo de vida urbano y la prolongación de los períodos de polinización causada por el cambio climático.
La medicina natural, y en particular la naturopatía, proporciona alternativas tanto para el tratamiento como para la prevención de estas alergias. Con una perspectiva holística, se busca comprender las causas de la reacción exagerada del cuerpo y restablecer su equilibrio interno, en lugar de solo suprimir los síntomas. La Asociación Española de Naturopatía y Bioterapia (ASENAT) indica que el 95,4% de los españoles conoce alguna terapia natural, y casi el 25% la ha utilizado, mostrando un incremento en el interés hacia estas disciplinas.
Según Giuliana Carranza, docente del Curso de Naturopatía de Deusto Salud y diplomada en Nutrición y Dietética, unido al incremento de los casos de alergia respiratoria y cutánea en los últimos años, se observa un claro aumento del interés social y de la utilización de terapias naturales como la fitoterapia, la nutrición natural o las flores de Bach. Carranza destaca que cada vez más personas comprenden que el tratamiento de las alergias debe incluir una valoración del organismo en su conjunto y piden tratamientos que no solo actúen sobre el síntoma, sino que incidan en el terreno donde se origina la reacción.
En concreto, la fitoterapia proporciona herramientas como el Helicriso y el grosellero negro, plantas con propiedades antihistamínicas y antiinflamatorias, que ayudan a aliviar los síntomas de las alergias respiratorias. La alimentación también juega un papel esencial: los ácidos grasos omega-3 por su efecto antiinflamatorio, o nutrientes como la vitamina C, el selenio y el zinc, que fortalecen el sistema inmunológico, son recursos fundamentales. La hidroterapia, mediante baños, compresas y otras aplicaciones, facilita la eliminación de toxinas y disminuye la congestión y la inflamación. Todo ello compone un enfoque integral que, además de ser útil como complemento a la medicina convencional, puede actuar de forma preventiva.
Precisamente, uno de los valores más importantes de estas terapias es su capacidad para aplicarse antes de que aparezcan los síntomas. Carranza confirma que la prevención es una de las grandes claves: “Si fortalecemos el organismo con antelación, es posible que los episodios alérgicos se reduzcan en intensidad o incluso no lleguen a manifestarse. Y cuando ya se ha producido la reacción, estos mismos métodos pueden servir como apoyo al tratamiento o incluso como terapia principal, en función del grado de afección.”
El enfoque integral de la naturopatía también se refleja en el abordaje de otras formas de alergia, como las cutáneas. Carranza, que también es docente del Curso de Cosmética Natural, advierte sobre el papel de la cosmética convencional en el aumento de reacciones alérgicas. Muchos productos de uso diario contienen ingredientes sintéticos, fragancias artificiales y conservantes que, en personas hipersensibles, pueden desencadenar no solo problemas dermatológicos, sino también respiratorios. La cosmética natural, al ofrecer ingredientes vegetales y minerales más compatibles con la fisiología humana, representa una alternativa más respetuosa con la piel. Aun así, aclara que el hecho de que un ingrediente sea natural no lo hace automáticamente inocuo: los aceites esenciales, por ejemplo, pueden generar reacciones en personas especialmente sensibles. Por tanto, también en este terreno, la clave está en la personalización y el conocimiento.
La medicina natural y las terapias complementarias no pretenden sustituir los tratamientos médicos convencionales, sino ampliar las posibilidades de atención a la salud, poniendo el foco en la prevención, el equilibrio del organismo y el respeto por sus propios ritmos. Lejos de ser soluciones mágicas o pasajeras, ofrecen herramientas eficaces y sostenibles para quienes buscan una relación más consciente y armónica con su cuerpo y con el entorno.
Frente a una sociedad cada vez más expuesta a agentes externos, la respuesta puede estar precisamente en reconectar con lo más esencial: la capacidad del cuerpo para autorregularse, siempre que sepamos escucharlo y acompañarlo con los recursos adecuados.