Tenerife, la Isla de las Hespérides

“Hay una isla en el mar, no lejos de las islas afortunadas de Zarathustra, en la cual humea constantemente una montaña de fuego; de aquella isla, dice el pueblo, yTenerife, la Isla de las Hespérides 13 especialmente las mujeres viejas, que está colocada como un peñasco delante de la puerta del submundo; y que a través de la montaña de fuego desciende el angosto sendero que conduce hasta esa puerta del submundo” (“Así habló Zarathustra” (1.885), de Friedrich Nietzshe.

En el Atlántico, frente a las costas del Sahara, muy cerca del Trópico de Cáncer, se encuentra Tenerife. Emerge del fondo del Océano como una imponente pirámide a la deriva. Son muchas las leyendas e historias sobre el archipiélago, y en concreto a esta hermosa Isla. Destaco algunas que los clásicos citan, como la que cuenta Platón:” que la parte que quedó del fabuloso continente de Atlántida, tragado por el Océano en un terrible cataclismo…”.Otra referencia la hace Homero que la describió en el Libro IV de La Odisea: “dónde los dioses viven y pasan los hombres una vida dulce y tranquila…” Hesíodo situó El Jardín de las Hespérides y Píndalo las llamó Islas Bienaventuradas. Plinio en sus textos la nombra Nivaria, debido a su enorme montaña nevada.

La etimología de Tenerife deriva de la lengua de sus antiguos habitantes, los guanches, según consta en documentos del siglo XVII: TENER = nieve IFE= monte alto, por lo que se deduce: MONTEBLANCO por la cima nevada del Pico del Teide, gran cono volcánico con 3.718 metros de altitud, siendo el pico más alto de España.

Tenerife, la Isla de las Hespérides 14Como anécdota. El primer hombre que viajó a la Luna, en la literatura moderna, lo hizo desde el Pico del Teide. Era el sevillano Domingo González, héroe del relato de Francis Goldwin “Un hombre en la Luna”, y el novelado suceso ocurrió en el año 1.600.

Hace unos meses tuve la ocasión de viajar nuevamente a esta hermosa isla. A pesar del tiempo transcurrido, cumplí la promesa que hice en aquél entonces cuando partí. He podido comprobar que aún es más bella, ha crecido y ha evolucionado su demografía e industria. Todo ello sin perder su peculiaridad, sus tradiciones históricas que constituye su mayor orgullo. Su gente, amables y hospitalarias, de fácil comunicación, enseguida traban conversación con el foráneo; ello caracteriza y honra a los “chicharreros”, me entusiasma escuchar su melodioso tono al hablar.

He disfrutado de sus paisajes y los recuerdos que marcaron la época colonial. Cada rincón posee un poco de historia, desde el litoral hasta los pueblos del interior y sus Parques Nacionales. Tenerife cuenta con 43 espacios protegidos, lo que significa que el 42% del territorio está protegido. El encanto está en su diversidad, los contrastes: el Norte vestido con su verdor permanente, el Sur lo inhóspito de su entorno: las coladas basálticas que originaron grandes paredes acantiladas como “Los Gigantes” o “Punta de Teno”, a la vez, contrasta la zona turística de Playa de las Américas o de Los Cristianos. En el centro, el espectacular paisaje lunar con sus increíbles colores cromáticos del terreno volcánico de Las Cañadas y la soledad que rodea al Teide. El gran historiador y escritor tinerfeño José Viera y Clavijo (1.731-1.813), en su época sentenció: “ el archipiélago es un auténtico laboratorio químico…”

En cuanto al clima, César Manrique (1.919-1.992) pintor, escultor, arquitecto, manifestó en una entrevista publicada por “La Voz” (1.992): “Disfrutamos del mejor clima del mundo. Nos hemos olvidado que tenemos los alisios del Atlántico y la corriente fría de las Canarias. Aquí tenemos un ventilador constante, maravilloso…”

Pues bien, estamos ya en Santa Cruz de Tenerife; la ciudad que no es grande, se conoce pronto o no se conoce nunca”. Este párrafo corresponde a la escritora cubana Dulce María Loynaz, de su obra “Un verano en Tenerife” (1.988). La capital me sorprendió gratamente. Paseé por sus calles más típicas y comerciales: Castillo, de la Cruz Verde, Candelaria. Observé la extrema limpieza de la ciudad. Numerosos jardincillos y bonitas placitas abundan por doquier; cuidadas con esmero las muchas y variadas especies autóctonas y tropicales que florecen, todo un goce para la vista y el olfato. Una mirada hacia el cielo, puedes descubrir un color azul intenso y una especial luminosidad irradia en el ambiente. Como curiosidad: es la única ciudad, de las que conozco, dónde he podido contemplar el mayor museo de esculturas al aire libre.

Para conocer bien una ciudad, lo primordial es hacerse la idea de que hay que andar, para llegar hasta los más recónditos sitios: ahí está el encanto. Tenerife cuenta con anchas avenidas arboladas, de modo ordenado y las Ramblas: la del 25 de Julio, idea de Patricio Estevanez. Embellecida con esculturas de Honnegger y Miguel Martí, laureles de la India cobijan estas obras y unas sillas, distribuidas a lo largo del paseo, invitan al descanso contemplativo. La otra Rambla llamada del General Franco, con una longitud aproximada de unos 3 km. Es un apacible paseo escoltado por una treintena de modernas esculturas vanguardistas de diferentes autores, Sinceramente, he de confesar que no llegué al final, aquél atardecer el cansancio me venció.

Otros lugares, nuevos para mí, que tenía interés en conocer: el Parque Sanabria, donde pude admirar un sinfín de representaciones escultóricas, entre las que se cuentan las más vanguardistas y artísticas procedentes de la I Exposición Internacional de Esculturas en la calle (1.973), además de los esplendorosos jardines y fuentes. El otro, el espectacular Auditorio de Tenerife, obra del genial Santiago Calatrava, a orillas del Atlántico.

Uno de los muchos personajes que visitó Santa Cruz fue Sir Arthur Conan Doyle (1.859-1.930), el creador de “poco elemental Sherlock Holmes”. Fue en 1.881, entonces ejercía como médico a bordo del barco “Mayumba”. De esta forma describió su llegada:” La siguiente escala fue el puerto de Santa Cruz de Tenerife, importante en aquellos días por su comercio de cochinillas, un derivado de un insecto que se cría en un cactus. Al secarse sirve de tinte…”

Estar en Tenerife, también significa que hay que conocer el arraigo de sus famosos carnavales. El lugar idóneo seTenerife, la Isla de las Hespérides 15 encuentra cerca de la iglesia de la Concepción, la parte más vieja de la ciudad. Una serie de calles y pasajes pintorescos con viejas casas arregladas de mil colores y otros mil contrastes, tienen sus sedes algunas de las asociaciones y murgas carnavalescas. No pude resistir la tentación y entré en el Bar de la Murga Ni Fú Ni Fa. Un auténtico museo: en sus paredes cuelga una extraordinaria colección de carteles sobre el tema; algunos son una maravilla; además de otros objetos relativos a los carnavales. Sin recato, leí el Decálogo de esta Murga, anoté uno:” El humor es una afirmación de dignidad”.

Son muchos los pueblos y villas que tiene Tenerife, cada uno tiene su encanto.“Por consiguiente, si me equivoco alguna vez hablando de estas islas, sólo será de buena fe y de buena pasión, porque apasionadamente sabría yo hablar de ellas…” (Dulce María Loynaz, Un verano en Tenerife)

En la programación que hice para este viaje, anoté varios lugares que tenía interés en conocerlos. Uno de éstos era un pueblo que me llamó la atención por su historia: Garachico. Y hasta allí llegué. No me defraudó. Está situado en el extremo noroeste de la isla. Por encontrarse fuera de los circuitos turísticos habituales, es una zona llena de tradición y rodeado por la naturaleza. Fue el principal puerto de la isla durante los siglos XVI y XVII, hasta que en el año 1.706 una erupción del volcán Trevejo, la lava arrasó gran parte de la villa, además de que “milagrosamente” no hubo víctimas. Así terminó su periodo dorado y floreciente. Se le llama “Villa gloriosa en su adversidad” tras las diversas catástrofes que la asolaron. Ahora es un encantador puerto de pescadores. Hice un recorrido por este pueblo, aún existen magnificas casonas, monumentos, y edificios del más puro estilo canario, con sus típicos balcones, y para orgullo de sus habitantes, el Castillo de San Miguel vigilante de la bahía de Garachico.

Aquí conocí las llamadas “piscinas naturales”. Es una original zona de baños formada por las caprichosas coladas (oquedades) que originó el magma al contactar con el agua del mar tras la erupción. Es conocida como “El Caletón”.

Güimar es otra villa por la que sentía una irresistible atracción, además, pocos turistas llegan hasta allí. Está situada en el Tenerife, la Isla de las Hespérides 16Este de la isla. El municipio comienza en el volcán de Arafo y acaba en el Barranco de Herques. La última erupción volcánica ocurrió en 1.704. Aquí se halla el Parque Etnográfico Pirámides de Güimar. Es un complejo de estructuras piramidales orientadas astronómicamente a los solsticios de verano e invierno. Estas construcciones escalonadas guardan una sorprendente similitud con las halladas en Egipto, Mesopotamia, Cerdeña, Sicilia, Sudamérica y otras partes del mundo.El impulsor del estudio de estas pirámides fue Thor Heyerdahl (1.914-2.002), explorador, investigador, antropólogo y escritor. Un autor que ha vendido más de 70 millones de libros. Su obra “La expedición de la Kon Kiti” (1.991) es el libro más vendido de la historia moderna. Fue el verdadero creador de este Parque y el Museo, que está instalado en la antigua “Casa Chacona”, restaurada, dónde vivió el poeta Arístides Hernández Mora, autor de “La verdad de mi locura”.

En 1.991, investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias, descubrieron que el complejo principal de las Pirámides de Güimar está orientado astronómicamente. Este complejo señala, por un lado, la puesta de Sol el día del solsticio de verano y, por otro, la salida del Sol el día del solsticio de invierno. Descubrieron también el fenómeno de la Doble puesta del Sol, el día del solsticio estival: el Sol se oculta primero tras un saliente de la caldera (*) de Pedro Gil, reaparece por un instante al superar dicho saliente y se oculta, finalmente, por el fondo de la caldera. (*) Caldera. Son depresiones que tienden al círculo: la consecuencia de la erosión o de una explosión volcánica.

Tenerife, la Isla de las Hespérides 17Y por último otro lugar de gran belleza, e igualmente desconocido turísticamente, es Punta Hidalgo. Situado en el noroeste del litoral de Tenerife, a pocos kilómetros de La Laguna. Cuenta la leyenda que, cuando el mencey Tinerfe repartió entre sus nueve hijos la tierra insular, dejó a un décimo hijo ilegítimo, Zebensui, aquellas tierras que nadie quería. En estos tiempos quienes disfrutan de este lugar son los propios isleños, que alejados del mundanal ruido y del turismo gozan de este privilegio.

La plataforma de esta línea de costa está formada por coladas basálticas originadas en el Cuaternario, y cuenta con “piscinas naturales o charcos” La playa que baña esta zona, es de arena volcánica. Desde la orilla pude observar la braveza del mar, un Océano enfadado que enviaba las olas a chocar contra la arena negra de la orilla. El espectáculo era maravilloso por el contraste de la blanca espuma sobre el oscuro lecho. A quienes les guste contemplar el mar, este es el mejor sitio para el encuentro. Simplemente: es impresionante.

Un ¡Hasta pronto! Desde el Mirador de San Mateo, una estupenda panorámica: las plataneras, extensas en algunos puntos, llegan hasta la orilla, y algunos de los invernaderos en los que se cultivan flores tropicales. Más allá, el Océano.

“Y como, aunque las Canarias estén un poco retiradas y distantes de la vista de Vuestra Merced, no pueden creerse nunca olvidadas” (José Viera y Clavijo)

El recorrido por esta Isla será difícil de olvidar, por lo que nuevamente renuevo el voto, y prometo volver.

Scroll al inicio