Hace poco me enteré, ingenua de mí, que hay mucha gente que considera que los talleres literarios no sirven para nada. Entre ellos estaba Octavio Paz (1914-1998). Él seguro que tenía buenos fundamentos para opinar así; aunque fue editor de la revista Taller, entre otras.
¿Sirven para algo los talleres de literatura?
Sí, entre otras cosas sirven para aprender las bases, para obligarnos a ejercerla al menos al hacer los deberes, para conocer a otras personas con un interés común, para generar nuevos proyectos, para no sentirte tan sola entre las lagunas en blanco de los folios y los fangos de la incomprensión del que no entiende que tengas una necesidad de expresarte más allá del comentario jocoso sobre el programa de televisión de moda. Sirven para aprender a volar.
No, no sirven si quedas encallada en el corsé del adoctrinamiento, en la oscuridad del caballo que persigue una zanahoria. Pero sobre todo, no sirven si no los aprovechas.
