No.
Que nadie espere aquí una reseña de la película de Francis Lawrence que todavía sigue proyectándose en las salas cinematográficas por estos días pero que yo (aun) no he ido a ver.
No. Al que deseo recordar hoy es a la leyenda detrás de la leyenda: Richard Matheson, un tal vez poco prolífico pero muy acertado escritor y guionista de inolvidables piezas de CF y terror. Pero no es por eso que quiero recordar a Richard Matheson; no es por que este escritor haya desarrollado ficticias teorías científicas llenas de genio o creado universos fabulosos por lo que se me hace tan indispensable. Para mi, el verdadero tema del que escribió genialmente este autor, fue el de la inevitable soledad del hombre frente al universo. Utilizó magistralmente los recursos que la fantasía, el terror o la CF ponían a su alcance, para plantear situaciones extremas en las que el individuo se ve abocado a una separación total, y a menudo irreversible, del resto de sus congéneres. La indefensión y vulnerabilidad nacidas de este desarraigo se enfrentan a la energía interior que nos impulsa a sobrevivir, a superarnos a nosotros mismos, sin saber muy bien el por qué y el para qué.
Ya en 1950, en su primera pieza publicada: «Nacido de hombre y mujer» («Born of Man and Woman», Magazine of Fantasy and Science Fiction) nos hablaba de esta soledad. Se trata de un relato, narrado en primera persona, que se presenta como la reelaboración del diario de un niño deforme que sus padres mantienen cautivo y encadenado en el sótano de su casa.
Cuatro años mas tarde escribe «Soy leyenda» («I am Legend», Fawcett Gold Medal, 1954), la historia del único ser humano en la ciudad de Los Ángeles (cambiada a Nueva York en la actual película) que no ha sido afectado por una plaga que convierte a los seres humanos en una especie de vampiros.
Al poco tiempo publica «El hombre menguante» («The shrinking man», Vintage Paperbacks, 1956). En esta ocasión el protagonista, debido a la exposición a la radiactividad, sufre un proceso de encogimiento. El distanciamiento con sus (otrora) semejantes es en un principio meramente psicológico -el aislamiento del «diferente»- pero a medida que su tamaño disminuye las posibilidades de comunicación, ahora ya desde el punto de vista físico, también lo hacen. En un momento dado el protagonista de la historia cae accidentalmente al sótano (algo tiene Matheson con los sótanos) donde comenzará una constante lucha por la supervivencia.
Matheson colaborará como guionista durante los años ’50 y ’60 del siglo pasado en diversas series televisivas de CF y misterio, entre ellas: The Twilight Zone («Dimensión Desconocida» en su versión en castellano) y Star Trek (Serie original). Esta etapa dejo joyas invaluables del género que aún hoy cuentan con legiones de fans.
Un factor determinante en Matheson es que su obra en general, independientemente de si se trata de terror, CF o fantasía, busca el desarrollo de su verosimilitud a través de explicaciones racionales (por no decir científicas) de todos los desencadenantes de la acción. Aquí los vampiros no son seres sobrenaturales, por ejemplo, ni la magia tiene nada que ver con el encogimiento de su hombre menguante. Este escritor logrará siempre enfrentarnos ya no a lo desconocido sino a los imponderables que se encuentran a tan sólo un paso de donde nos encontramos, tan confortablemente, ahora.
Las influencias de Matheson tanto en la literatura popular como en la cinematografía han sido enormes. Todas las películas de zombies, por decir un ejemplo, están marcadas de una forma u otra desde la matriz de su «Soy leyenda» y autores reconocidos (y tambien mucho más conocidos que el propio Matheson) han bebido de su fuente. El propio Stephen King declaró en su momento de Matheson: «fue el autor que más me ha influido como escritor».
No quiero finalizar este post sin hacer referencia a otra obra del autor, esta vez el guion de la primera obra (una película, que no era de CF, rodada en origen para su emisión televisiva) de Steven Spielberg, «Duel» (que en España recibió el nombre de «El Diablo Sobre Ruedas» y en Latinoamerica el de «El duelo«) basado en un relato que el mismo autor recien había publicado en la revista Playboy. De nuevo el protagonista luchará solitariamente no solo contra la amenaza externa, representada aquí por un mastodóntico camión y su casi anónimo conductor, sino también, contra el propio desánimo, temor e inseguridad.
Para despedirme, os quiero dejar como referencia el completísimo post «Terror inteligente, Richard Matheson» brillantemente escrito por Miguel Martín, no os lo perdáis.