Como habéis podido comprobar, no siempre me es posible entregaros el resumen del día a tiempo. Sobretodo en los últimos días del certamen, el aumento de buenas propuestas a horarios dispares y que los ordenadores disponibles en la zona de prensa siempre estaban ocupados, ha provocado cierta sensación de pereza. Nada más lejos de la realidad: las ganas de compartir con todos vosotros esta experiencia, es la misma que el primer día. Aquí el resumen de la jornada…
“Juan de los Muertos”, una floja comedia made in Cuba.
Presentada en Sitges como la primera comedia de zombies cubana, Alejandro Brugués es el director de esta pequeña broma sin mucha trascendencia. Nos presenta la historia de Juan, un hombre sin oficio ni beneficio que decide crear un negocio junto a sus amigos, aprovechando un ataque zombie (o como los llaman en la película “cerdos-disidentes-yankees”), que consiste en deshacerse de los no-muertos por un módico precio. Con crítica social de fondo, el film avanza con algunos gags acertados y otros (la mayoría) con poca gracia. Pero es curiosa la combinación de ver en la pantalla una película zombie a ritmo de Son Cubano (de hecho, uno de los gags aprovecha esta idea aunque el resultado dista de ser divertido). Un entretenimiento sin demasiadas pretensiones que en general puede o no gustar, pero que contiene momentos puntuales en que lo consigue.
“El Páramo”, el ejército guerrillero Colombiano se topa con sus propios fantasmas.
La película que podría haberse convertido en la gran sorpresa del festival y terminó siendo el gran bluff, ya que su mayor enemigo es un guión que necesita cien minutos de duración para no explicar absolutamente nada. El director Colombiano Jaime Osorio Márquez, nos narra la historia de un grupo de soldados especiales que se encuentran en una base militar abandonada y cuyas paredes están salpicadas con sangre. La aparición de una extraña mujer les hará sospechar que es una bruja y les trasformará poco a poco en seres paranoicos, desencadenando todo tipo de situaciones a cual más absurda. La dualidad entre si lo que están sufriendo los personajes es una amenaza real o producto de su imaginación, es llevado de manera bastante torpe y poco original. A los veinte minutos de film uno ya no sabe dónde rascarse. Ideal para siestas al mediodía.
“The Prodigies”, animación francesa al estilo Matrix.
Cinco jóvenes que poseen una inteligencia extraordinaria, tienen la habilidad de unir sus mentes para controlar los actos de las personas que les rodean. Con un guión de una película de Blockbuster, este film de animación digital intenta llevar la acción a niveles más espectaculares que si se tratase de una película realizada con actores de carne y hueso. Aunque por momentos sea impecable visualmente, el desarrollo no resulta del todo interesante y sus gráficos no difieren a cualquier videojuego de la consola Xbox. Una propuesta que se toma tan en serio a sí misma, que su dramatismo impostado acaba resultando cuanto menos ridículo.
“Troll Hunter”, un falso documental Noruego que entretiene.
La mitología de los Trolls no está demasiado arraigada en España, aunque eso no debería ser un hándicap para el disfrute de esta original propuesta. Sin ser una maravilla y aunque cumple de sobras con sus intenciones. El director André Ovredal, utiliza el formato de falso documental, para narrar las peripecias de un grupo de jóvenes que intentan averiguar que está ocurriendo con la caza furtiva de osos y acabarán encontrándose con un cazador de Trolls que les hará partícipes de sus encuentros con estos seres. Con unos efectos especiales muy bien empleados y un negro sentido del humor como cualidades a destacar, tal vez podríamos achacar cierta carencia de tensión en partes que terminan desarrollándose de manera ligera, afectando el tono general del film que no termina por decantarse por el terror. Aún así, es una película simpática si no se espera demasiado de ella.
“Sleeping Beauty”, perversiones sexuales para el alto standing.
Con una premisa muy sugerente, que podría haber dado infinidad de lecturas, la directora australiana Julia Leigh nos narra la historia de Lucy una universitaria que combina sus estudios con encuentros sexuales para poder pagárselos. Un día le proponen un encargo muy especial: se tomará una pastilla con la cual se quedará dormida sin saber nada de lo que el cliente haya hecho con ella, durante ese tiempo. Sólo existen dos condiciones: No podrá haber penetración, ni le podrán dejar marcas en el cuerpo. La historia es narrada con un ritmo lento e intrigante y aunque tarda algo en arrancar, cuando la directora pone todas las cartas sobre la mesa, desvelamos que es un relato que no ha sabido desarrollar. Surgen personajes y diálogos que no tienen otra función que la de alargar el metraje del film que hubiera servido para un corto. Menos mal que por lo menos la actriz Emily Browning no tiene ningún reparo en enseñarnos sus encantos naturales, haciendo el film agradable para la vista. Una pequeña decepción.
Mañana última jornada…