Sitges 2010: ‘Confessions’, una historia de violencia

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Impactante es lo mínimo que se puede decir de Confessions, la película que el japonés Tetsuya Nakashima presenta en este Festival de Sitges 2010. No se trata de un film convencional, ya que el derroche de agonía que transmite esta película yo no la había visto en mi vida.

Con una frialdad imposible de describir, Confessions narra la historia de un crimen y una venganza a través de las diferentes confesiones de sus protagonistas, una dramática historia que se va hilando poco a poco con la versión de todos ellos. La principal baza de la narrativa de esta película es la subjetividad del discurso, una subjetividad que vomita la misma cantidad de verdad que de mentira e imposibilita una visión real de los hechos hasta el final.

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La atmosfera de Confessions es de violencia pura y dura, explícita o implícita, pero siempre presente. La completa falta de sensibilidad y de escrúpulos, así como el odio que se va acumulando poco a poco cual basura en un piso de estudiantes, te agarra y te arrastra dentro de la película y te hace partícipe de la auténtica maldad protagonista de estos hechos horripilantes.

El valor que cada uno le de a esta película se mide por la capacidad de cada uno de tragar saliva y cargar con el horror de la trama que se va desenvolviendo y te va cayendo encima como un edificio derrumbándose.

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Películas como Confessions demuestran que no hace falta un chorro de sangre y tripas cada 2 minutos para horrorizar al público, ya que el verdadero monstruo es el ser humano y la crueldad que puede llegar a demostrar. Esto es lo que hace Confessions y esto es lo que la convierte en una espectacular película de género.