Sevilla, Miguel de Cervantes y "Las Novelas Ejemplares"

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En este mes de Abril, cercana la fecha conmemorativa del fallecimiento del escritor español más importante de todos los tiempos, Don Miguel de Cervantes Saavedra, quiero rendir mi particular  homenaje a tan insigne personaje y a la ciudad de Sevilla, lugar que le acogió durante algunos años de su vida y, que fueron trascendentales para la Literatura Universal.

Esta vez, no viajaré a otro lugar porque estoy en mi “patria chica”: Sevilla. Intentaré que, con  un sútil toque mágico, vuestra  imaginación retroceda en el tiempo, concretamente a los siglos XVI y XVII. ¿Cómo era la Sevilla de aquellos tiempos?

Sevilla, Miguel de Cervantes y "Las Novelas Ejemplares" 13Tan sólo una breve semblanza de aquella época. Quizás una de las etapas más gloriosas en la historia de esta ciudad: Puerto y Puerta de las Américas. Un lugar que se llena de gentes de muy diversos países, el oro y la plata circula con fluidez, en la que conviven judíos conversos, cristianos, viejos moriscos, esclavos, nobles, clérigos y plebeyos.”Sevilla era bien acomodada para cualquier granjería, y tanto se lleve a vender, como se compra, porque hay mercantes para todo. Es patria común, dehesa franca, nudo ciego, campo abierto, globo sin fin, madre de huérfanos y capa de pecadores, dónde todo es necesidad y ninguno la tiene” (Mateo Alemán, Vida del pícaro”).

El trazado callejero de Sevilla en el XVI continuó con la misma fisonomía Sevilla, Miguel de Cervantes y "Las Novelas Ejemplares" 14de la época musulmana, apoyada, en muchas zonas por la presencia de minorías moriscas y judías, aunque pretendieron aislarlas en algunas collaciones. En esta época existe aún la transformación del urbanismo islámico sobre el romano-visigodo. Hasta bien entrado el siglo XVI las casas continuaron edificándose con modestas fachadas y todo se volcaba hacia el interior: patios en cuyo centro lucía el brocal de un pozo, o una pileta con acequias para el riego de los pequeños huertos, resguardados por las sombras de naranjos, limoneros y jazmines, alrededor de éste las habitaciones, en penumbras, para la época de estío; una segunda planta, más cálida, para evitar el frío invierno.

En Sevilla era difícil implantar una regularidad y simetría en su trazado urbano: Sevilla, Miguel de Cervantes y "Las Novelas Ejemplares" 15calles estrechas, sinuosas, sombrías y, a veces, salientes para resguardarse del calor veraniego. Resultaba complicado transitar por estas vías y plazas donde caballerías, viandantes y tenderetes invadían las ceñidas calzadas.

Contaba la ciudad con numerosas puertas y una gran población, que se establecía para atender de las más diversas maneras sus fortunas. Un desfile de la abigarrada sociedad sevillana de los tiempos imperiales. Desde los pícaros, ladrones, falsos hidalgos, tahúres, gariteros y prostitutas, hasta sorprender a un caballero con su juboncillo ajustado, cuello abierto y almidonado, calzón corto, medias de seda, capa y chambergo y la espada al cinto, o una dama con su verdugado talle fino y vuelo en las caderas y pródigos adornos de perlas en el tocado. Así como los serios cambistas y banqueros que acudían de los más remotos lugares de Europa para negociar, como bien describió Cervantes en la novela “La española inglesa”.

Se cuenta que, tan populosa ciudad contaba con más de ochenta y cinco mil habitantes, de los cuales unos seis mil eran esclavos. No obstante, era unaSevilla, Miguel de Cervantes y "Las Novelas Ejemplares" 16 ciudad mundana, con gran sentido de la representación. Ésta tenía lugar a menudo en la vida real, y otras veces, en las tablas. Don Miguel es seguro que asistió a las que la vida, gratuitamente, le daba a diario en las calles. En cambio, las que tenían lugar en los corrales de comedias, previo pago, es posible que también asistiera. En una ciudad como Sevilla estos contrastes se acusan y resaltan. Fue aquella una época revuelta, si es que existe una que no lo sea.

Es en el siglo XVI cuando se edifican los más importantes monumentos y edificios: La Catedral, La Lonja o Archivo de Indias, el Campanario y Giraldillo, Ayuntamiento, Hospital de las Cinco Llagas, La Casa de la Moneda, La Audiencia, entre otros muchos. También fueron derribados arquillos, ajimeces (balcones)  y murallas.

Entre 1.587 y 1.600 Cervantes volvió a residir en Sevilla, conoció la ciudad que tenía el monopolio del comercio con América en todo su apogeo, dejando así el mejor legado de esta ciudad a través de su magistral pluma, concretamente, de su ambiente picaresco de truhanes y pícaros en sus novelas “El coloquio de Cipión y Berganza” y sobre todo, “Rinconete y Cortadillo”.

La Sevilla del siglo XVII continuó la renovación urbanística iniciada en el Sevilla, Miguel de Cervantes y "Las Novelas Ejemplares" 17XVI. Se trazaron calles anchas y rectas y los edificios van sustituyendo a las modestas fachadas, con objeto de ofrecer cierta monumentalidad. Frente a los palacios e iglesias surgen plazas. Las murallas, con sus torres y puertas preservaban a la urbe de las inundaciones.

A pesar de la opulencia vivida durante el siglo anterior, la Sevilla del XVII no puede sustraerse a la decadencia, el comercio con América hace perder  su monopolio, las epidemias de peste merman su población. Sevilla es menos tumultuosa, ahora se caracteriza por la miseria, mendigos y hospitales abarrotados de enfermos.

Las doce “Novelas Ejemplares”, en principio con el título de “Novelas Ejemplares de honestísimo entretenimiento”, son tras “El Quijote”, el libro más leído de Cervantes. Incluye, sin orden cronológico: La Gitanilla, El amante liberal, Rinconete y Cortadillo, La española inglesa, El licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, Las dos  doncellas, La señora Cornelia y El casamiento engañoso con el Coloquio de los perros Cipión y Berganza.

Se trata de doce novelas cortas que sigue el modelo establecido en Italia. Su denominación de ejemplares se debe a que son el primer ejemplo en castellanoSevilla, Miguel de Cervantes y "Las Novelas Ejemplares" 18 de este tipo de novelas. Cervantes se jactaba en el Prólogo: “A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la imprenta”.

Estas novelas muy diferentes unas de otras, podrían  hacerse con todas dos grandes diferencias: las de argumento sobre enredos de faldas, encuentros, desencuentros y sorpresas finales, y  las realistas. Algunas se centran en el estudio de ambientes, costumbres y personajes vivos. Es cierto que, en todas es patente la mano de Cervantes, fragmentos de la realidad que vivió.

Sin embargo, no hay un argumento en la charla que tienen mano a mano, “Cipión y Berganza”, los perros del Hospital de la Resurrección. Tan sólo es su vida, que se van contando sin mucho orden, según se tercia. Son tan humanos esos perros, que parecen poetas: apaleados, soñadores y sentimentales.

La conclusión que sacamos de esta corta novela, pero maravillosa, es que el argumento de la literatura son las vidas de los hombres. Una literatura sin vida es algo muerto.

Todas estas novelas son ejemplares por esa razón:” No hay ninguna de quien no se pueda sacar algún ejemplo provechoso”.

“Quien sabe sentir, sabe decir”. O sea: “quien es capaz de sentir, es capaz de vivir”.