Remedios contra el desamor

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Remedios contra el desamor 3

Aseguran los viejos de la comarca que el amor es ciego… Pues bien, si a este vetusto conocimiento añadimos que el desamor es una sensación sorda, nos quedará claro que el ciclo amoroso cursa en medio de una discapacidad inusitada, que evidentemente incita a la mudez y a la parálisis.

No obstante, si usted es una más de las miles y miles de víctimas del desamor, no se deje llevar por juicios apresurados. Debe saber que, así como para el amor no hay gotas o ungüentos oftálmicos que atenúen la temporal ceguera, para la sordidez que produce el desamor no habrá solución ótica que valga. Deseche de inmediato el consejo acomedido y ligero, de quien recomiende esos menjurjes.

En realidad, es menester señalar que este padecimiento se presenta con distintos grados de intensidad. El desamor leve, se distingue por venir acompañado de un sentimiento de desconsuelo que normalmente cede dentro de las 72 horas siguientes al contagio, o antes, si es posible colgar la vista recobrada de la primera hilera de dientes alineados y blancos que se despliegue ante ella. La cama será, entonces, un excelente complemento terapéutico; adminístrese a demanda.

El estadio moderado, únicamente se diferencia del anterior, por la exacerbación y duración de los síntomas. De tal suerte, el asunto solo es cuestión de tiempo; pero no, no se agobie, éste, como de costumbre, se dosificará a su capricho y antojo; aunque algunos ingenuos señalen que transcurre en forma constante. Si el proceso parece prolongarse, seguramente se debe a alguna atrofia ocular causada por la exposición continua al amor. Acuda al oftalmólogo, ajuste las dioptrías de sus gafas, lance miradas indistintamente hasta recuperar la elasticidad y precisión pupilar, y sincronice el reloj a su ritmo cardiaco.

La sintomatología de la también llamada, con poco optimismo desde luego, etapa terminal (fase severa), puede variar de acuerdo al individuo. Generalmente considera opresión en el pecho y la sensación de que el espíritu se derrumba. No, lamentablemente los relajantes musculares no son útiles para un corazón oprimido, ni los emplastos calientes alivian los desgarros del alma. En realidad, la medicina conservadora no ofrece sino medidas paliativas.

Si por la pena piensa cercenarse las venas o tirarse al piso, ingiera previamente una buena dosis de antibiótico para prevenir infecciones por gérmenes oportunistas y/o subterráneos. Los baños de sol pueden ser recomendables para la desolación que le embarga y, sobre todo, prescinda de la ingesta de fármacos antidiabéticos para evitar la amargura.

En caso de que la aflicción y el desaliento persistan y se profundicen, será necesario tomar medidas extremas. Espere una noche de plenilunio para evocar con fidelidad al amor perdido. Acompañe el momento con música; preferentemente aquella que retraiga los mejores recuerdos. Administre, en dosis única, un supositorio de plomo por vía intracraneal. De inmediato, sentirá como la memoria se desvanece y el dolor claudica…

Ahora que, si la medida le parece radical y excesiva, tranquilícese y reconfórtese, ¡su desamor no es grave! Descanse. Duerma pero no sueñe, mire pero no observe; centre la atención en usted mismo. Por unos meses, ingiera complementos alimenticios ricos en hierro, hasta que consiga un corazón férreo. A manera preventiva, añada a su dieta alguno de esos antioxidantes de moda. Cómprese un par de alas, emerja del abismo a donde ha caído y… ¡vuelva a apostar al amor sin miedo!