España se enfrenta a la peor temporada de incendios en dos décadas, con más de 393.000 hectáreas calcinadas hasta agosto de 2025, un aumento del 55% respecto al año anterior, que ya había sido un año récord. Esta cifra supera cinco veces la media histórica y representa un territorio mayor que la isla de Mallorca. La situación es alarmante, con 53 grandes incendios registrados, frente a una media anual de 17.
La crisis climática ha exacerbado este problema. Un estudio del consorcio World Weather Attribution ha revelado que el cambio climático ha multiplicado por 40 la probabilidad de que se produzcan olas de calor extremas en la Península Ibérica, tantas como las que han alimentado los devastadores incendios de este verano. Lo que antes sucedía cada 500 años ahora es una realidad cada 15, y si se considera solo la temperatura, esa probabilidad aumenta 200 veces en comparación con un mundo sin calentamiento global.
El costo directo de la extinción de estos incendios alcanza casi los 10.000 millones de euros, aunque el impacto total, que abarca sectores como el turismo, la agricultura, la ganadería y la industria, podría ascender a hasta el 4,5% del PIB español, es decir, aproximadamente 71.600 millones de euros. Los incendios han arrasado ecosistemas críticos en lugares como el Parque O Invernadeiro en Ourense y la Cordillera Cantábrica, poniendo en peligro especies como el oso pardo y el águila real. Más de 30.000 personas han sido evacuadas, perdiendo sus viviendas y medios de subsistencia.
Frente a esta crisis, surgen iniciativas que buscan implementar soluciones sostenibles para prevenir futuros incendios. Entre ellas destaca la Traditional Dream Factory (TDF), la primera ecoaldea regenerativa de Europa basada en la tecnología blockchain, ubicada en la región del Alentejo en Portugal. Su enfoque incluye la agroforestería sintrópica, el silvopastoreo, la creación de cortafuegos verdes y obras de retención hídrica, para transformar los paisajes vulnerables en entornos productivos y resilientes.
Samuel Delesque, cofundador de TDF, señala que «no basta con plantar árboles; hay que rediseñar el territorio para que sea resiliente». Propone reemplazar el 50% del eucalipto, altamente inflamable y presente en grandes proporciones en Portugal, por sistemas agroforestales, una medida que podría disminuir drásticamente los incendios y generar hasta 43.000 nuevos empleos, aumentando, así, un 3% el PIB y reduciendo la dependencia de importaciones.
La Política Agrícola Común de la Unión Europea (PAC) reconoce la agroforestería como una herramienta esencial, aunque su aplicación avanza lentamente. Delesque advierte que «ya existen islas de excelencia, necesitamos un archipiélago» y aboga por completar el catastro rural, organizar la propiedad fragmentada y redistribuir los apoyos hacia sistemas mixtos que regeneren suelos y fortalezcan las comunidades rurales.