Mientras continúan las negociaciones de la COP29 en Bakú, Anaclaudia Rossbach, directora ejecutiva de ONU-Hábitat, alertó sobre los peligros del desarrollo urbano rápido y no planificado. En una reciente reunión ministerial, Rossbach advirtió que este fenómeno no solo amenaza la biodiversidad y el medio ambiente, sino que también compromete la seguridad alimentaria. Además, mencionó que la expansión descontrolada de las ciudades puede generar fragmentación social y deterioro financiero.
La responsable de ONU-Hábitat destacó que, aunque el sector de la construcción es responsable de aproximadamente el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero, se necesitan construir 96 viviendas diarias para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. En este sentido, enfatizó la importancia de contar con financiación adecuada y cooperación a todos los niveles, afirmando que es vital planificar y priorizar el uso de la tierra, que debe preservar sus funciones sociales y ecológicas.
En un contexto donde la mitad de la población mundial reside en ciudades y se proyecta que 2,4 mil millones de personas se trasladarán a áreas urbanas en los próximos 20 años, estas contribuyen significativamente a las emisiones globales. ONU-Hábitat advirtió que las ciudades podrían experimentar un aumento de al menos 0,5 grados centígrados en su temperatura para 2040, un escenario que requiere medidas más efectivas para contrarrestar el cambio climático.
Por primera vez, el turismo y su impacto climático han sido discutidos en el marco de la COP29. Con una recuperación post-COVID-19, el sector turístico ha alcanzado casi el 90% de los niveles anteriores a la pandemia y ha contribuido al 3% del producto interno bruto mundial. La directora ejecutiva del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, Inger Andersen, pidió que el sector turístico reduzca su huella de carbono, subrayando que es tanto víctima como contribuyente del cambio climático.
Uno de los principales puntos en discusión en Bakú es la financiación necesaria para que los países en desarrollo se adapten a un clima en cambio. Los delegados buscan acordar un nuevo objetivo de financiación climática que proporcione a las naciones más vulnerables los recursos necesarios para implementar acciones efectivas. En este marco, se ha destacado la exigencia de cifras mínimas de financiación anuales, considerando 39.000 millones de dólares para los pequeños Estados insulares en desarrollo y 220.000 millones para los países menos adelantados.
Asimismo, se ha planteado la urgencia de abordar la deuda climática. Jiwoh Abdulai, ministro de Medio Ambiente y Cambio Climático de Sierra Leona, enfatizó que el dinero necesario no debe ser percibido como caridad, sino como una obligación que se debe cumplir para aliviar el sufrimiento de las comunidades que ya están pagando el precio del cambio climático.
Las negociaciones en Bakú resaltan la importancia de la flexibilidad y la cooperación en el multilateralismo, en un entorno donde las expectativas de los países participantes pueden diferir significativamente de los resultados alcanzables en la cumbre.
Fuente: ONU últimas noticias