El inicio de una nueva década supone un cambio de perspectiva en el cine de Luis García-Berlanga; el encuentro y el comienzo de la colaboración con el guionista Rafael Azcona, le aporta una nueva visión del mundo que le rodea, algo que le permitió al realizador valenciano evolucionar como cineasta. En sus anteriores películas –desde Esa pareja feliz(1951) hasta Los jueves, milagro(1957)- aunque formidables ejercicios narrativos, se resumían en definitiva, en una labor de puro estilo cinematográfico. Plácido(1961) fue el primer largometraje junto a Azcona y la ironía a la sociedad española tendría una enorme presencia, a partir de entonces, en el resto de su filmografía .
Tanto Azcona como Berlanga, dos voces distintas bajo un mismo discurso, conectaron profundamente ya que ambos estaban influenciados por el movimiento neorealista que venía desde Italia. Ambos autores tenían en común el interés por retratar al mismo tipo de personajes, los fracasados de la vida; Pero antes de su prolífica colaboración juntos, ambos autores eran distintos en el tono de sus discursos: -mientras Azcona, en sus anteriores guiones mostraba una perspectiva más desencantada y amarga de la sociedad, Berlanga nos mostraba la ternura y los buenos sentimientos en sus historias ,aunque también diera cierta aspereza a sus personajes. Así que, efectivamente la “miserabilización” aparece por primera vez en la filmografía del cineasta valenciano, un rasgo aportado sin duda por Azcona. Ambos autores, tenían la necesidad de retratar una España inmersa en el desencanto, y encontraron en el humor negro, la mejor arma para combatir la censura franquista.
El filme Plácido, intenta aparentar una comedia ligera, amable e inocente que bajo sus capas de significado, se esconde un fondo satírico sobre aquella sociedad sometida al franquismo; por primera vez, la distinción entre personajes positivos y negativos se diluye, ya que, aunque sus nuevos personajes se mueven por egoísmo, todos tienen sus motivos siempre justificados.
Existen dos personajes “principales” en el desarrollo de la obra: Plácido Alonso, que da el título a la película y Gabino Quintanilla, el organizador del evento navideño; sus personajes con gran presencia al inicio, van perdiendo protagonismo en la historia para centrar la atención en la aparición del amplio abanico de personalidades que transitan por el filme, el cura, el dentista, el locutor de radio, banqueros, pobres, ancianos, actores, niños cantores… pero que en trasfondo son una misma entidad, gente infeliz .
Todos son retratados mediante planos medio corales, largos planos-secuencia, siempre rebosante de gente que hablan a la vez, interrumpiéndose, en un caos controlado debido a la equilibrada composición de los planos, que tanto ensayaba antes de la filmación. El realizador hace uso escaso de los primeros planos y el zoom, para evitar profundizar en un personaje en concreto y poder así subrayar un significado más global.
Acentúa la diferenciación de las clases sociales que existe en el guión, colocando a las familias burguesas al final de largas escaleras que conducen hacia arriba, mientras que la familia del protagonista bajan unas escaleras que conducen a su casa, en lo bajo de la escala social. Los diálogos son una de las cualidades más destacadas del filme ya que establece el ritmo de la obra haciéndola de una agilidad poco común en aquellos años.
La censura franquista, ignoró la ácida crítica social oculta entre lineas, permitiendo la realización del filme, aunque más tarde les pidieran cambiar el título, que en un principio iba a ser Ponga a un pobre en su mesa, por ser demasiado descriptiva para la imagen de España. La repercusión de la obra y la superación de la censura, le abrió las puertas al nuevo estilo que se definiría como “Berlanganismo”.
Con Plácido, nos enseñaron a reírnos de nuestras miserias, todo sutilmente sugerido, para que se quede en nuestro subconsciente, permitiéndonos conocer, la verdadera esencia de aquella sociedad y quizás… también de la actual.