Como ya sabréis, el próximo 6 de agosto se estrena Inception en España, la esperadísima película del mesiánico Christopher Nolan en la que un ejecutivo es capaz de entrar en la mente de las personas y poner y quitar información a su antojo. Con esta película Nolan pretende que nos comamos la olla con un universo irreal en el que todo puede pasar, porque todo vale, porque quién manda es la infinitamente misteriosa y compleja mente humana.
El camino hacia lo más hondo de la mente, de todos modos, no es la primera vez que se utiliza como vehículo para contar una historia, pues con más o menos fortuna es y han salido películas que utilizan la versatilidad y ambigüidad de la mente humana como columna vertebral.
De hecho, si echamos la vista atrás, el propio Nolan ya se zambulló en la psique humana para firmar la im-pres-cin-di-ble Memento (2000), presentando un trepidante y sorprendente viaje bidireccional a través de un enfermo de amnesia a corto plazo que busca vengar la muerte de su esposa. En Memento la mente del protagonista es utilizada de forma magistral para transgredir todos los esquemas narrativos y presentar una compleja película a la altura de la temática, una película que merece ser vista una, dos, tres y más veces.
Mirando más atrás encontramos un referente de acción/ciencia-ficción de «película mental» en Desafío Total (Paul Verhoeven, 1990). A pesar de que la acción es el ingrediente mayoritario del film, Verhoeven construye la historia a partir de la constante ambigüidad con la identidad del personaje protagonista, Douglas Quaid (Arnold Schwarzenegger), pues hasta bien entrada la película no sabe quién es.
Desafío Total, además, introduce un elemento muy innovador como las vacaciones mentales, en las que tu estás sentado en un sillón mientras te insertan recuerdos ficticios y aventuras imaginarias. Ah, y como curiosidad se podría decir que por primera vez aparece la Wii, con la que Sharon Stone juega al tenis; así que realmente Desafío Total fue una película rompedora en sus tiempos.
Dentro del Sci-fi, pero, el ejemplo más claro del matrimonio cine+mente quizá sea Matrix, extraordinaria en la primera parte y una paja mental demasiado descabellada en las dos siguientes, pero hay que valorar el atrevimiento de los hermanos Wachowski para meterse en un jardinaco tan novedoso e inédito que nos ha regalado una trilogía para la historia.
De todos modos, las mejores películas con la mente como protagonista han salido de otros géneros que nada tienen que ver con el Sci-fi. En 1999 David Fincher sorprendió con El Club de la Lucha, aclamada entonces y film de culto hoy en día, en la que un hombre se forja una nueva identidad y una nueva vida porque es incapaz de seguir con la suya.
Otra película magnífica es el thriller de James Mangold, Identity (2003), en la que 10 personas que quedan atrapadas en un motel durante una noche de tormenta son asesinadas una por una; pero en esta re-versión de 10 Negritos nada es lo que parece y no muestra todas sus cartas hasta que saltan los créditos finales.
El trasfondo de la mente humana también ha servido como hilo conductor de un drama como Una mente maravillosa (Ron Howard, 2001), ganadora de 4 Oscars, que cuenta la vida de un genio matemático enfermo de esquizofrenia paranoide y que lucha para llegara controlar su enfermedad. La esquizofrenia del protagonista, un gran Russell Crowe, sirve para llenar el film de matices, tanto cuando parece un thriller, como cuando se convierte en un drama y una historia de amor.
De todas maneras, como historia de amor la que se lleva la palma es Olvídate de mi (Michel Gondry, 2004). Una película guionizada por el brillante Charlie Kaufman, que cuenta como un hombre que ve como su ex-novia borra los recuerdos de su relación y decide hacer lo mismo. Y lo que viene luego es una romance épico que se salta los límites del olvido, además de un asombroso espectáculo visual que se llevó un merecido Oscar al Mejor Guión Original.
El ejemplo más reciente de «cine mental», pero, lo encontramos en la incursión de Martin Scorsesse en esta temática con Shutter Island (2010), con un magnífico trabajo de guión y gran decoro en trato visual de la película como recurso narrativo. Mucho esfuerzo y cuidado de artesano para un director veterano y acostumbrado a otros registros, algo que se hace evidente con una resolución final demasiado floja, que desentona con el excelente nivel de la película.
Como veis la mente humana ha dado bastante cuerda al cinéfilo que ha querido encaramarse en ella, y ahora está por ver si Christopher Nolan se supera a sí mismo y abre una nueva puerta a esta compleja temática con su Inception. Esperemos que sí, porque si él no puede estamos jodidos.