La familia Hadhad, originaria de Damasco, ha marcado la pauta de la superación y la resiliencia a través de su historia. Con una larga tradición familiar que incluye jueces, ingenieros y médicos, su legado más conocido es el chocolate. La aventura comenzó en 1986, cuando Isam Hadhad, dejando atrás su carrera como ingeniero mecánico, decidió fundar su propia fábrica de chocolate en un entorno donde sólo unas pocas empresas competían en este sector en Oriente Medio. Su visión era simple pero poderosa: crear un producto que brindara felicidad a las personas, especialmente en un país donde la frustración entre la juventud era palpable tras los trágicos eventos de la masacre de Hama en 1982.
La compañía de Isam creció y llegó a emplear a cientos de trabajadores, exportando chocolate a diversos países de la región y Europa. Su propósito iba más allá de las ventas; buscaba también contribuir al desarrollo y bienestar de su ciudadanía. Esta idea de responsabilidad social quedó profundamente arraigada en la filosofía de la familia.
Sin embargo, la estabilidad de la familia Hadhad se desmoronó cuando estalló la guerra en Siria. A pesar de los horrores sufridos, incluyendo la pérdida de seres queridos y el ataque a su fábrica, la familia resistió durante dos años en Damasco. Su impacto emocional fue enorme, y en 2014, forzados por la violencia, decidieron buscar refugio en el Líbano, donde, a su vez, enfrentaron obstáculos significativos para trabajar o educarse.
A pesar de las adversidades, Tareq, hijo de Isam, se comprometió a devolver algo a la comunidad que les acogía. Se convirtió en voluntario, ofreciendo sus conocimientos en atención sanitaria a refugiados y libaneses, reflejando los lazos históricos y culturales entre ambos pueblos.
Finalmente, en 2015, la familia Hadhad fue aceptada para reubicarse en Canadá, donde la comunidad de Antigonish los recibió con los brazos abiertos. Este acto de bondad impulsó a Tareq y a su familia a reconstruir su vida aquí, relanzando su pasión por el chocolate bajo el nombre «Peace by Chocolate». El éxito no tardó en llegar, con la empresa convirtiéndose en un referente en la zona, destacando por su responsabilidad social y por devolver a la comunidad que los recibió.
Hoy, la compañía ha recaudado más de 655.000 dólares para ayuda humanitaria y ha crecido hasta convertirse en el tercer mayor empleador de Antigonish, con aspiraciones de expandirse a nivel internacional. Tareq Hadhad ha reafirmado su compromiso con el legado de su familia y la reconstrucción de Siria, simbolizando un mensaje de esperanza y resiliencia para quienes enfrentan situaciones similares en el mundo. Su historia es un recordatorio de que, aunque las circunstancias sean adversas, la determinación y la bondad pueden transformar vidas y comunidades.
Fuente: ONU últimas noticias