El taller de Xiomara Rivas, ubicado en la zona oeste de Venezuela, vivió días llenos de actividad y alegría. Mujeres trabajaban meticulosamente con máquinas de coser, transformando rollos de tela en muñecas artesanales que alegraban el hogar de los turistas en Pico Bolívar, la montaña más alta de la región. A sus 68 años, Xiomara, quien fue la mayor de un grupo de mujeres migrantes, recuerda esos momentos como algunos de los más felices de su vida. En su nuevo entorno en la Ciudad de México, donde ha continuado su labor, la emprendedora ha creado una cooperativa que incluye a mujeres de diferentes países latinoamericanos.
La decisión de migrar se tornó inevitable para Xiomara cuando sus hijas decidieron dejar Venezuela. Primero se trasladó a Colombia y más tarde a México, donde con la ayuda de sus hijas y su espíritu resiliente, comenzó de nuevo a crear belleza a través del trabajo artesanal. Ahora, en su cooperativa, las mujeres de Venezuela, Guatemala, Haití y Perú se unen no solo para generar ingresos dignos, sino también para contar historias de migración y renovación a través de sus productos.
A través de una colaboración con la empresa socialmente responsable Básicos de México (BSCS), estas mujeres han comenzado a recibir un entrenamiento adecuado, permitiendo un modelo de trabajo flexible que les permite cumplir con sus responsabilidades familiares sin sacrificar su deseo de mantener un ingreso estable. IKEA México se ha convertido en uno de los primeros aliados, vendiendo las piezas de macramé que la cooperativa produce, lo que no solo les brinda un mercado, sino también un reconocimiento por el talento que llevan en su bagaje cultural.
Cada lunes, las mujeres se reúnen en el taller de BSCS para compartir ideas y materiales, lo que se traduce en un ambiente colaborativo y creativo. Gracias a un sistema que brinda estabilidad financiera, han cultivado un renovado sentido de independencia. Grace, una de las participantes, encarna este impulso, describiendo el valor de su trabajo artesanal como una forma de transmitir la energía positiva al embellecer los hogares con productos hechos a mano.
Este proyecto no solo busca ofrecer opciones de trabajo, sino también redefinir la narrativa sobre la migración, enfatizando cómo estas mujeres contribuyen positivamente a sus comunidades. Valerie Benatar, cofundadora de BSCS, señala la importancia de mostrar lo que la migración puede aportar, señalando que cada pieza producida es un testimonio de la resiliencia y el compromiso.
Aunque enfrentan retos como la búsqueda de financiamiento para equipamiento adecuado y el desarrollo de alianzas estratégicas, la cooperativa se sostiene sobre la convicción de que juntas pueden crear un futuro lleno de oportunidades. La aspiración compartida es que, a través de este esfuerzo colectivo, más mujeres puedan unirse al proyecto y ayudar a construir un negocio sólido donde ellas mismas sean sus propias jefas. Con ello, la historia de Xiomara y sus compañeras continúa escribiéndose, uniendo en sus creaciones sueños, trabajo y la fuerza de la solidaridad femenina.
Fuente: ONU últimas noticias





