Cuando el movimiento minimalista empezó a decaer, los artistas se cuestionaron dos vertientes: la abstracción excéntrica, que duró poco y el Process Art o Antiforma.
Robert Morris, en su artículo Anti form, de abril de año 1968, defendía un tipo de escultura intimista donde los materiales usados se correspondiesen de alguna manera con el estado psicológico del autor. Además, el proceso de creación formaba pate de la obra de arte ya que daba énfasis al valor psíquico de la misma.
Decía en este artículo, que el uso de formas básicas como el rectángulo y materiales rígidos estaban totalmente demodé, en desuso, y planteba materiales maleables en los que entrasen principios de la naturaleza como el peso y la gravedad para moldearlos. Como precursor principal de este movimiento cabe destacar a Pollock.
Así, el almacenamiento aleatorio, la composición descuidada, fueron premisas patentes en este movimiento.
En el mismo año de la publicación de este artículo hubo dos exposiciones en Nueva York que dieron fe de su importancia:
Antiform: En la galería John Gibson se reunieron artistas antes considerados de la corriente de la abstracción excéntrica como Eva Hesse, Robert Ryman o Richard Serra y otros que acababan de entrar en el mundo del arte como Panamarenko o R. Ryman.
Nine at Leo Castelli: En la galería Leo Castelli , R. Morris organizó una exposición donde mostró a lo grande los principios de la antiforma y el arte en proceso con materiales como neón y acero.
Toda la sociedad artística neoyorquina aplaudió estas dos intervenciones artísticas y la antiforma se consolidó como una nueva forma artística dentro del postminimal.
En oxposiciones posteriores, hicieron de las galerías sus propios talleres, dejando a público entrar para observar el proceso de creación de la obra; ya que este, formaba parte de la obra de arte en si.
Un periodo muy interesante para el arte de Estados Unidos se presentó en Europa pocos años después; en concreto en Berna y Amsterdam.