A pocos días del inicio del nuevo curso universitario, España enfrenta el riesgo de rezagarse en la carrera tecnológica, a pesar de contar con universidades y escuelas de negocio de prestigio internacional. La alta demanda de talento en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) y la obsolescencia del sistema educativo son factores que amenazan la capacidad del país para generar y fidelizar estos perfiles profesionales.
Un informe de ERNI indica que más del 40% de las empresas españolas tienen dificultades para cubrir puestos vacantes en áreas como software, inteligencia artificial y ciberseguridad. Esta situación es alarmante dado que los conocimientos adquiridos en las carreras técnicas y científicas tienen una vigencia de solo tres a cinco años, lo que significa que lo aprendido al inicio de la formación puede quedar obsoleto incluso antes de concluir la titulación.
Uno de los problemas identificados es que los estudiantes culminan su educación con un enfoque mayoritariamente teórico y escasa preparación práctica. Este desajuste entre la formación académica y las necesidades del mercado desincentiva las vocaciones en carreras STEM, lo que, a su vez, frena el desarrollo de proyectos de innovación en sectores clave. Además, la contratación de talento español por parte de hubs tecnológicos internacionales que ofrecen salarios superiores a los del mercado local se suma a esta preocupación.
ERNI subraya la necesidad de que las universidades incorporen experiencias prácticas, proyectos aplicados y formación contextualizada en colaboración con empresas. Solo así se podrá despertar un interés genuino en los estudiantes y aumentar el número de jóvenes que eligen carreras STEM. El actual sistema educativo, anclado en estructuras rígidas, no se adapta a la rápida evolución del sector, resultando en jóvenes profesionales que ingresan al mercado laboral con habilidades útiles, pero insuficientes.
El déficit en el mercado laboral es evidente, con más de 120,000 profesionales tecnológicos faltantes en España. Además, la tasa de graduados en disciplinas STEM en el país apenas alcanza el 18.7%, en comparación con la media de la Unión Europea, que se sitúa en un 26%. Esta discrepancia refleja un desfase formativo que necesita ser abordado para asegurar un futuro competitivo en el ámbito tecnológico.