Tras dos semanas de parón, el circo de la Fórmula 1 vuelve esta semana y lo hace con la disputa del Gran Premio de China, la tercera carrera puntuable de la temporada, donde el piloto Fernando Alonso llega como sorprendente líder del mundial, pero con la idea clara de que esto es un espejismo ya que el nivel de su Ferrari está muy lejos de los coches de cabeza.
Pero a pesar de que esta semana se disputa este Gran Premio, el tema sobre el que hablan todas las escuderías es el Gran Premio de Barhein, donde a ninguna le hace gracia ir, por las revueltas que se vienen produciendo en este país del Golfo Pérsico desde hace meses.
Ya el campeonato pasado se vivió una situación similar a esta y al final se optó por retrasar la disputa de la carrera. Este año los equipos han solicitado algo similar a Eclestone o bien que se cancelara definitivamente si no se aseguraba la máxima seguridad para toda la gente que estará allí presente.
El problema de todo esto están en los contratos multimillonarios que tiene firmado el máximo mandatario de la competición con las empresas y que en caso de no disputarse esta carrera, supondría una importante pérdida económica para la Fórmula 1.
La piedra está en el tejado de los responsables del mundo del motor, y en la Federación Internacional de Automovilismo, que estará en China encabezado por su presidente Jean Todt y donde se debatirá sobre la disputa de este Gran Premio.
