El pasado fin de semana Borges vino a mi vida. Estaba con mi familia dando una vuelta por un pequeño pueblo llamado La Hiruela, en su fiesta de la recogida del pero y me perdí en un laberinto llamado mapa… pero no iba sola. Mi cuñado y yo mirábamos el mapa y cada vez nos confundíamos más. Al cabo de un rato el resto de la familia decidió tirar por el primer camino, y después de unos metros vimos el cartel con el nombre de la ruta «elegida». Ésto me recordó el cuento Los dos reyes. Corto, contundente y real. Obsesionado con los laberintos, Borges sólo hablaba de la vida.