Lo cierto es que según un informe elaborado por un profesor de Transportes del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Politécnica de Valencia, el número de fallecidos en accidente de tráfico se reduciría en un 30 ó 40% si el parque móvil fuese totalemente renovado. Por un lado, suena a bastante razonable que la evolución de los modelos ha llevado a alcanzar niveles de seguridad envidiables hace tan sólo unos años. Y una de estas mejoras en seguridad, junto a las pasivas, ha venido del incremento en las prestaciones dejando de lado el axioma de que coches más potentes son más peligrosos. Depende del uso que se le dé siempre y cuando se tenga, claro está.
Otro aspecto destable sería el de la reducción paralela de emisiones nocivas a la atmósfera, menor número de lesiones y que, en consonancia, las autoridades deben arbitrar medidas que favorezcan la renovación del actualmente envejecido parque automovilístico. Implicaciones interesantes que el fin del plan Prever no debería frustrar.
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