«La ladrona de libros» de Markus Zusac

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«Poco a poco, la estancia empezó a encogerse hasta que la ladrona de libros pudo tocar las estanterías, a unos pocos pasos de ella. Pasó la palma de la mano por la primera, atenta al rumor de las yemas de los dedos deslizándose sobre la columna vertebral de los libros. Sonaba como un instrumento o como las notas de unos pies a la carrera. utilizó ambas manos. Recorrieron una estantería trás otra. Y rió. La voz resonó en su garganta…»

Markus Zusaz, joven escritor australiano ha logrado un notable exito con su novela «La ladrona de libros». La protagonista, Liesel, es una niña de diez años que veremos crecer. Vive con su familia adoptiva en Himmelstrase, población cercana a Munich. Su padre, Hans Huberman, músico en paro y su acordeón, junto con Liesel, es el personaje más entrañable de la historia. Ellos, junto con Max el judío, Rosa, Rudy y otros muchos forman parte de un sector reacio a Hitler, que llegaron como tantas otras personas a arriesgar sus vidas por no doblegarse. Hasta aquí podría ser la típica  novela de nazis. Sin embargo, Markus Zusaz aborda el holocausto de un modo poco convencional, con crudeza en ocasiones, pero con una dosis sincera y fresca de ternura.

Liesel tiene una única obsesión: los libros. Sus ojos están ávidos de leer.  Al cabo del tiempo la ladrona de libros suaviza tensiones con las palabras, sueña otros mundos, serena los ánimos de los que, con ella, sufren los bombardeos. Su vida transcurre en un mundo paralelo a los acontecimientos. Ese mundo -el de la lectura- es su propia ventana para escapar al intenso dolor que se respira. Utiliza las palabras -el mismo instrumento manipulador de Hitler– para desmoronar el mensaje nazi.

El estilo es sencillo, coloquial e intimista, con tintes poéticos. Los personajes están bien dibujados, con trazos firmes e inconfundibles, siempre rebosantes de humanidad y temple. El mensaje es duro pero cargado de emotividad. Quizá lo más original de esta novela de Markuz Zosak sea el haber elegido como narrador a la Muerte. Una voz que se va deslizando en nuestro interior, al principio de forma suave y después clavando su zarpa. La Muerte reflexiona, se compadece de los humanos, contempla los escenarios, se asombra y comenta los hechos. Nos interperla con sus preguntas y va adelantándose a la propia historia, dejándola semi-abierta, pero velada. La Muerte absorbe nuestro yo y logra plasmarlo en un papel.

A lo largo de la narración destaca especialmente la relación entre Liesel y hans Huberman: «Su padre era un hombre de ojos plateados, no apagados. ¡Su padre era un acordeón! Pero sus fuelles se habían quedado sin aire. Nada entraba y nadie salía. Empezó a mecerse adelante y atrás. Una nota estridente, muda, sucia quedó atrapada entre sus labios haste que fue capaz de volverse. Hacia su padre»

Liesel y sus libros robados nos atrapan desde la primera página, arrastrándonos línea a línea, sin respiración.

 La ladrona de libros

Markus Zusak

Lumen Narrativa, 2007

539 pags