Hilario Márquez Debón, consultor de la empresa CAME Parkare, sostiene que la internacionalización va más allá de simplemente abrir nuevos mercados; se trata de un proceso estratégico que puede transformar a cualquier PYME española que aspire a crecer. Márquez Debón señala que la decisión de internacionalizar no debe tomarse a la ligera; requiere un profundo autoconocimiento, profesionalización y una visión a largo plazo.
Según el consultor, el verdadero impacto de la internacionalización se siente dentro de la propia empresa. Cuando una PYME decide expandirse fuera de España, es común que descubra sus límites operativos, estructurales y estratégicos. «Pensé que estaba preparado, pero abrir mercado internacional me obligó a revisar procesos, fortalecer estructuras y elevar mis estándares», recuerda. Este proceso de introspección puede hacer que las empresas se conviertan en organizaciones más sólidas, conscientes y competitivas.
Uno de los aprendizajes más importantes que ha adquirido es que operar en diferentes mercados refuerza la estabilidad y resiliencia de la empresa. La diversificación geográfica reduce la exposición al riesgo y permite anticipar mejor los ciclos económicos, brindando así una mayor seguridad tanto al negocio como a los equipos que lo forman.
Además, la internacionalización expone a las empresas a mercados más exigentes. Márquez Debón afirma que enfrentar ecosistemas empresariales más desarrollados, con clientes y competidores más avanzados, actúa como un motor de mejora constante. Incluso si un mercado no funciona como se esperaba, el conocimiento adquirido perdura en la organización.
La necesidad de salir al exterior también impulsa a las PYMEs a integrar tecnología, atraer talento y mejorar sus procesos. En el caso de CAME Parkare, fue crucial reforzar sistemas, digitalizar procesos y profesionalizar el análisis de datos, lo que se convirtió en una obligación del mercado internacional y mejoró el rendimiento global de la compañía.
Trabajar en diversos países proporciona una mayor credibilidad, independientemente del tamaño de la empresa, lo que a su vez mejora las negociaciones con socios y proveedores. Esto permite a las PYMEs tomar decisiones con una perspectiva más global, comenzando incluso antes de concretar sus primeras ventas en el extranjero.
Márquez Debón también enfatiza que el mito de que el valor solo se genera a través de ventas internacionales es erróneo. El proceso de internacionalización ofrece beneficios desde el primer día: obliga a definir la propuesta de valor, exige un enfoque estratégico, fortalece la estructura organizativa e impulsa una gestión más rigurosa y orientada al largo plazo.
Si bien hoy en día la internacionalización es más accesible gracias a la digitalización y modelos de entrada progresiva que permiten validar mercados con inversiones mínimas, el consultor resalta que es fundamental avanzar con método y tener una hoja de ruta clara, acompañado de expertos en el proceso. Esto implica más que solo exportar, significa construir relaciones, comprender nuevas culturas empresariales y reforzar la identidad corporativa.
Finalmente, Hilario Márquez Debón concluye que el proceso de internacionalización no solo transforma el negocio, sino también la forma de dirigirlo. Para él, esta transformación ha sido clave para preparar su empresa para el futuro, haciéndola más sólida y abriendo puertas que, en el pasado, parecían inalcanzables.





