Los sistemas de alerta temprana se activaron durante la noche en las comunidades costeras del Pacífico tras un potente terremoto de magnitud 8,8 que se registró frente a la península rusa de Kamchatka. La sacudida del sismo provocó un tsunami que alcanzó la costa japonesa, aproximadamente a 1,000 kilómetros de distancia, en menos de una hora. Estas medidas se implementaron para proteger a las poblaciones costeras, que optaron por evacuar hacia terrenos más altos o desplazarse al interior por precaución.
Expertos de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) confirmaron que no se habían producido daños en las instalaciones nucleares de Japón, sin embargo, las autoridades locales siguen desaconsejando el regreso a las zonas costeras. Se han registrado olas de hasta 1,3 metros y aunque se ha reducido el nivel de amenaza, se recomienda permanecer en refugios hasta que se estabilice la situación.
Fumihiko Imamura, profesor especializado en tsunamis, advirtió sobre la complejidad del fenómeno, señalando que hay que observar los datos en tiempo real antes de permitir que la población regrese a sus hogares. Esta situación revive el recuerdo del devastador tsunami de Tohoku en 2011, que dejó más de 18,000 muertos, así como el terremoto de Noto del año pasado, que causó alrededor de 500 muertes y un daño considerable a la infraestructura.
Los efectos del sismo en Rusia han llevado a la activación de alertas en diversas regiones, incluyendo la costa oeste de Estados Unidos, así como en varios países de Sudamérica y el océano Pacífico. Kamal Kishore, representante de la ONU para la reducción del riesgo de desastres, subrayó la magnitud del terremoto, destacando que un incremento de un punto en la escala de magnitud significa un aumento exponencial en la energía liberada.
Además, Kishore enfatizó la velocidad a la que los tsunamis pueden desplazarse, alcanzando distancias considerables y descargando su energía de forma devastadora en las costas. Este tipo de fenómeno natural se desplaza a una velocidad comparable a la de un avión, lo que hace que la detección temprana y la emisión de alertas sean cruciales para salvaguardar vidas.
La Oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), junto a la Organización Meteorológica Mundial y la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, desempeñan un papel vital en la coordinación y el establecimiento de estándares para los sistemas de alerta temprana de tsunamis. Sin embargo, aún queda trabajo por hacer, ya que una de cada tres personas en todo el mundo carece de acceso a sistemas de alerta adecuados, una situación que es más crítica en los países menos desarrollados y los pequeños estados insulares.
Kishore destacó la importancia de la cooperación internacional y el intercambio de información para mejorar la efectividad de estos sistemas, argumentando que el riesgo de tsunamis es un fenómeno global que requiere una respuesta colectiva.
Fuente: ONU últimas noticias