Desde muy pequeña, Karina Sarro evidenció su vocación por la docencia, organizando clases en la terraza de su casa con sus amigos del barrio. Hoy, años más tarde, esa pasión la ha llevado a ser reconocida como una de las diez mejores educadoras del mundo en el prestigioso global Teacher Prize, evento organizado por la Fundación Varkey junto con la UNESCO, donde compitió con más de 5000 docentes de 89 países.
Karina recuerda con nostalgia sus inicios: «Siempre tuve claro que quería enseñar. Desde pequeña intentaba replicar en casa lo que vivía en la escuela.» Con el tiempo, fue consciente de la necesidad de actualizar su enseñanza para captar la atención de las nuevas generaciones, por lo que decidió especializarse en Enseñanza y Nuevas Tecnologías. Actualmente, se encuentra realizando su doctorado mientras imparte clases en dos escuelas secundarias y en dos instituciones para adultos en Moreno, provincia de Buenos Aires.
«Afrontar la capacitación constante abre puertas, pero el foco siempre debe ser el estudiante», resalta Sarro, quien se siente apasionada por integrar la tecnología en el aula. Sin embargo, también reconoce que, en ocasiones, es necesario prescindir de ella para estimular la reflexión y el aprendizaje colaborativo.
En su método de enseñanza, Karina enfatiza la importancia de comprender las necesidades y opiniones de sus alumnos. «Permitir que compartan sus conocimientos sobre tecnología y que incluso preparen clases les genera un compromiso», indica. Estrategias como utilizar emoticonos en las devoluciones ayudan a que los estudiantes se sientan únicos y valorados.
En el contexto actual de la educación, donde la inteligencia artificial juega un papel cada vez más relevante, Karina afirma que el acompañamiento es crucial. «Los alumnos ya utilizan IA, pero es nuestra responsabilidad guiarlos para que comprendan cómo emplearla de forma ética y eficaz. Deben aprender a estructurar un ‘prompt’ correctamente y reflexionar sobre los límites de estas herramientas», aclara.
Su capacidad para combinar distintas metodologías se adapta a las necesidades del día y del contenido. «A veces, la creatividad de los alumnos me sorprende; han logrado explicar conceptos digitales en papel y lápiz de manera ingeniosa», comparte.
Uno de sus proyectos más destacados es Educiudad 4.0, en el que estudiantes de 15 años identifican problemáticas y crean soluciones sustentables para diseñar una ciudad modelo mediante un enfoque interdisciplinario.
Ser seleccionada entre los mejores educadores del mundo ha marcado un antes y un después en la trayectoria de Karina. «El reconocimiento de la Fundación Varkey ha cambiado mi vida. He conocido a educadores de todo el mundo que enfrentan los mismos desafíos y comparten la misma pasión por reinventar la enseñanza.» Este intercambio ha evidenciado que la transformación de la educación es un tema global.
Un aprendizaje significativo para Karina ha sido la necesidad de dominar otros idiomas, ya que se dio cuenta de las oportunidades que había perdido por no hablar inglés. En la ceremonia de premiación en Dubái, la importancia de la comunicación global se hizo evidente para ella.
Con gratitud por esta experiencia, Karina sigue comprometida con su misión de demostrar que la educación puede transformarse. Su próximo desafío será «Epekes», una consultora digital donde compartirá contenidos para estudiantes, familias y docentes, proporcionando una ventana de conocimientos para el mundo entero.
Fuente: ONU últimas noticias
