En el contexto de la cumbre climática iniciada el pasado lunes 10 de noviembre, las voces de las mujeres están resonando con fuerza, exigiendo que las negociaciones logren un impacto perdurable en la intersección entre la política climática y la igualdad de género. Un elemento central de estas discusiones es el Plan de Acción de Género de Belém, que busca abordar cómo el cambio climático afecta de manera desproporcionada a las mujeres y establece medidas necesarias en financiación, capacitación y liderazgo.
Ana Carolina Querino, representante interina de ONU Mujeres en Brasil, enfatiza que «la justicia climática solo existe cuando también existe la igualdad de género». Este principio se ha convertido en un mantra en los debates, reflejando la creciente demanda de que las políticas climáticas consideren las perspectivas y necesidades de género en su formulación y ejecución. Si el plan se aprueba, se implementará entre 2026 y 2034, integrando enfoques que habiliten estrategias de transición justa, mejora en la adaptación y mitigación, y atención a los mecanismos de pérdidas y daños.
Las recicladoras de São Paulo están en la primera línea de la lucha contra el cambio climático. Nanci Darcolete, quien ha estado reciclando desde 1999 y ahora dirige la organización Pimp My Carroça, subraya el papel fundamental que juegan los recolectores de residuos en la reducción de emisiones y la presión sobre los recursos naturales. Darcolete pone de relieve la importancia del compostaje, que podría brindar beneficios económicos a los municipios y a los recolectores, al tiempo que disminuye la contaminación ambiental.
En Brasil, aunque las mujeres predominan en el reciclaje y gestionan la mayoría de las cooperativas, siguen enfrentándose a desafíos significativos, como el racismo y la violencia de género, todo mientras equilibran las responsabilidades del hogar y la familia. Para Nanci, los efectos del cambio climático complican aún más su labor. A medida que las temperaturas aumentan y las inundaciones se vuelven más frecuentes, las mujeres en barrios de bajos ingresos se ven más afectadas. Ella ingenia que los recolectores de residuos deberían ser reconocidos como «agentes de transformación», solicitando mejoras en la logística urbana y mejores condiciones de trabajo.
Por su parte, en Portugal, la abogada Mariana Gomes está utilizando el derecho como una herramienta clave en la lucha climática. Ella fundó Último Recurso, el primer grupo en presentar un caso de litigio climático en el país, y actualmente lidera más de 170 demandas. Gomes sostiene que las acciones legales pueden transformar compromisos en obligaciones y destaca la reciente decisión de la Corte Internacional de Justicia, que exige a los Estados mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C.
A su juicio, los ciudadanos tienen el derecho de exigir a sus gobiernos un medio ambiente limpio y saludable, impulsando iniciativas como los Planes Municipales de Acción Climática para ayudar a las autoridades a prepararse frente a desastres como sequías e inundaciones. Además, enfatiza que la adaptación y mitigación deben tomar en cuenta cómo los desastres climáticos afectan más a las mujeres, aumentando la violencia de género y las cargas asistenciales. Según ella, los litigios pueden ser un medio para desbloquear financiamiento y compensaciones que beneficien a las comunidades afectadas, protegiendo los derechos de las mujeres al mismo tiempo.
Fuente: ONU últimas noticias





