En la Ciudad de Gaza, Haya Arafat, una niña de 16 años, se enfrenta a la devastación de su hogar, ahora reducido a escombros. Con un dolor palpable, afirma: «Dentro de esta casa, mi familia está bajo los escombros». En un momento en que se conmemora el Día Mundial de la Infancia, los testimonios de niños en la Franja muestran el impacto profundo y duradero que ha dejado la guerra en sus vidas. La ONU ha revelado que más del 90% de los menores en Gaza presentan comportamientos agresivos, un reflejo de la inestabilidad y el sufrimiento que han experimentado.
La situación humanitaria sigue siendo crítica, con casi un millón de personas desplazadas en 862 refugios de emergencia. La falta de agua potable y servicios básicos en ciudades como Jan Yunis y Deir al-Balah agrava la vulnerabilidad de estos niños. Haya habla de sus seres queridos desaparecidos desde el inicio del conflicto: «No hemos podido recuperarlos desde que empezó la guerra. Ahora la guerra terminó, y aún así, no podemos sacarlos”. A pesar del dolor, muestra una determinación admirable: “Es difícil continuar la vida sin ellos, pero seguiré viviendo por ellos”.
La rutina diaria de estos jóvenes está marcada por la escasez y la necesidad. Haya menciona que, en lugar de disfrutar de una infancia normal, debe recoger agua y buscar comida en cocinas comunitarias. Por su parte, otros niños, como Yousef, intentan ayudar a sus familias vendiendo pequeños artículos en la calle, mientras añoran su educación: “Ojalá pudiera volver a mi escuela”, repite, un deseo que resuena en muchos de sus compañeros.
Las voces de estos niños de Gaza son un recordatorio impactante de las secuelas de la guerra y de la infancia robada, expuestas ante un mundo que parece cada vez más indiferente a su sufrimiento.
Fuente: ONU últimas noticias




