La situación en la Franja de Gaza se ha vuelto insostenible, con miles de familias enfrentando condiciones inhumanas. Zeenat, una joven madre, describe cómo se siente impotente ante el hambre de su hijo, a quien le sugiere beber de su escasa reserva de agua para mitigar su sufrimiento. Ella y su esposo, Moamen Abu Asr, han encontrado refugio en una frágil tienda de campaña, un destino común para muchos desplazados por los constantes bombardeos.
La playa de Gaza, que anteriormente era un lugar de esparcimiento, ahora se ha transformado en un campamento improvisado donde cientos de familias se agrupan en condiciones de hacinamiento y precariedad. Las destrucciones han eliminado la actividad pesquera, dejando el puerto marítimo como un espacio desolado y árido, incapaz de satisfacer las necesidades básicas de quienes allí se encuentran.
Moamen comparte su dolor al recordar su vida anterior en Shujaiya, de donde fue forzado a huir. Su familia sobrevive con los restos que pueden recuperar de los escombros, mientras él intenta reparar tanques de agua para vender y comprar un poco de alimento. Sin embargo, con los precios desorbitados, se ve impotente ante la imposibilidad de alimentar a su familia adecuadamente.
Esta situación ha empeorado desde que se impuso un bloqueo total a la ayuda, aunque en las últimas semanas ha habido un ligero alivio. Las familias se ven obligadas a recurrir al saqueo para sobrevivir, ante la escasez de provisiones y la desesperación que se apodera de los civiles. En medio de esta crisis, Zeenat se aferra a la esperanza, aunque cada día se siente más desamparada y frustrada al no poder satisfacer las necesidades de sus hijos.
Las condiciones en su tienda son deplorables, plagadas de moscas y con la amenaza de los perros callejeros. En su desgarrador relato, Zeenat expresa que la desesperación les ha hecho perder la paciencia. La imagen de los campamentos a lo largo de la costa de Gaza se ha convertido en un símbolo palpable de la tragedia humanitaria que están atravesando estos ciudadanos.
Finalmente, la súplica de Zeenat resuena: “Que termine la guerra. Dennos un respiro. Si no, que todos los países se unan y nos lancen una bomba nuclear para acabar con nuestra miseria, porque estamos hartos de esta vida. Ya basta”. Las palabras de esta madre reflejan un clamor desesperado, una lucha por la supervivencia en medio de un conflicto interminable.
Fuente: ONU últimas noticias
