Aunque la película no se ha estrenado aún ya se ha dicho mucho sobre Habitación en Roma, quién busque sólo escenas tórridas de sexo entre dos mujeres las encontrará, pero se perderá lo mejor de la película. La profundidad y la simbología de Medem hacen de ella una cinta compleja, casi Kafkiana en la que dos mujeres se van desnudando, no sólo físicamente, para dejar al descubierto lo que son en realidad.
El único escenario es una habitación de hotel en Roma y es en realidad la habitación la protoganista de película, una habitación como la de Gregor Samsa que es como una muñeca rusa que hay que ir desmontado poco a poco.
El alba marca el punto de inflexión de la película. La luz del día las encontrará completamente desnudas, completamente sinceras y les obligará a mirarse a los ojos y también al espejo, y a enfrentarse a la realidad. Fuera esta Roma y está el mundo, está lo que Natasha y Alba eran antes de encontrarse, y está lo que son ahora, que ya nunca será lo mismo. Y tendrán que tomar una decisión.
La película es un encargo, pero se nota la firma de Medem en todos los detalles, el símbolismo, la fotografía, los planos áereos que muestran una realidad sin juzgarla… Y una elegancia exquisita que convierte una película de alto contenido sexual en una cinta de alto contenido emocional.
