En un significativo evento, el Secretario General António Guterres y la presidenta de la Asamblea General, Annalena Baerbock, ofrecieron discursos que reflejan un agudo diagnóstico de la situación mundial actual, enfatizando la importancia del multilateralismo como esencia para evitar un colapso global. Este encuentro tuvo lugar en la sede de la ONU, donde se reunieron líderes de los 193 Estados miembros, incluida la figura del presidente estadounidense Donald Trump.
Baerbock inauguró el panel con un tono sombrío, destacando que este no es un año de celebración, sino de confrontar crudas realidades. Ilustró el costo humano de las crisis actuales, mencionando a los miles de huérfanos en Gaza que sobreviven entre escombros, a mujeres ancianas en Ucrania refugiadas del bombardeo de drones, y a los niños en Haití que temen ir a la escuela. Su discurso evocó un sentido de urgencia ante la devastación provocada por diversos conflictos alrededor del mundo.
Guterres, en un tono complementario, extendió este diagnóstico al afirmar que «hemos entrado en una era de perturbación temeraria y sufrimiento humano implacable». Enumeró violaciones graves de soberanía y derechos humanos, como la invasión de naciones y el uso del hambre como arma en conflictos armados. Su intervención fue un llamado a la reflexión acerca de las crisis que enfrenta la humanidad, subrayando la creciente violencia y el deterioro de los derechos fundamentales.
Ambos líderes coincidieron en la necesidad de afianzar el multilateralismo. Baerbock planteó una interrogante crucial sobre el papel de la ONU, defendiendo la Carta de la organización y la voluntad de los Estados Miembros para hacerla efectiva. Guterres fue tajante al cuestionar la impunidad que alimenta el caos, enfatizando que el futuro del orden mundial depende de elegir entre la ley o la anarquía.
Además, Baerbock enumeró logros significativos de la ONU, destacando cómo iniciativas como UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos han sido fundamentales para salvar millones de vidas. Guterres presentó cinco líneas de acción críticas: la paz basada en el derecho internacional, la defensa de los derechos humanos, la justicia climática, el uso de tecnología en beneficio de la humanidad, y el fortalecimiento de la ONU misma.
Ambos discursos culminaron en un mensaje de esperanza y determinación. Baerbock subrayó que el propósito de esta 80ª sesión no es celebrar, sino encontrar el impulso necesario para no rendirse y asegurar la presencia y la funcionalidad de la ONU en el futuro. Guterres, evocando su experiencia personal con la opresión, reafirmó su compromiso con la paz y la justicia, dejando claro que nunca se rendirá en su lucha por una humanidad digna.
Finalmente, el eco de sus palabras resonó en el hemiciclo, dejando claro que, a pesar de las múltiples crisis y divisiones presentes, la ONU sigue siendo el único espacio viable para la búsqueda de soluciones globales. En sus propias palabras, Baerbock insinuó el impacto negativo que podría resultar de la ausencia de esta organización, planteando un escenario aún más desolador sin su mediación.
Fuente: ONU últimas noticias