Gótico y tenebroso

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Gótico y tenebroso 7

«Vivió en tiempos pasados, en la isla de Albión, un joven a quien los senderos de la virtud no ofrecían encanto alguno»

(Las peregrinaciones de Childe Harold, canto primero).

Desde luego, no he encontrado mejor definicion de Lord Byron que la que hace -queriendo sin querer- de si mismo, en el citado poema novelado, y que le condujo a una fama internacional, de la que ya no se apeó en su breve y romántica vida. Sin embargo, a pesar de una celebridad tan grande y tan atemporal, y, que dura hasta nuestros días, de una nombradía mitomaníaca que lindacon lo obsceno, pero para nada lúbrica, a pesar de ello, digo, el séptimo arte nunca se habia dignado a retratar al esclarecido poeta (que todo el mundo cita pero que nadie lee). Y de pronto, como por arte de birlibirloque, lo que no habia sucedido nunca, ocurre en dos años por partida triple; así, Ken Russell firma el filme que nos ocupa Gothic en 1986, Ivan Passer rueda en 1988 Verano atormentado y, el mismo año, el español Gonzalo Suarez realiza la muy popular entonces Remando al viento.

Gótico y tenebroso 8

La pelicula de Russell no es ninguna maravilla, quede dicho desde el principio, pero a mi es la que mas me gusta. De hecho, Russell no es un director que nadie cite como que le agrade, o por el que se sienta gran admiración, y eso, que pocos pueden presumir de haber sido imitados e inspiración de Stanley Kubrick, como es el caso. Pero, como yo soy así de rarito, pues a mi me gusta el cine de Russell, sus excesos incluidos.

Narra la cinta, la mítica velada del dia 15 de julio de 1816, en Villa Diodati en Suiza, en que Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, el doctor Polidori, Claire Clairmont y Mary Shelley, acuerdan escribir cada uno una historia de fantasmas. Solo dos cumplieron su parte: Polidori escribio El vampiro, un relato inspirado en la figura de Byron; Mary Shelley, a la sazón esposa del poeta Shelley, imaginó una de las historias más truculentas de todos los tiempos: Frankenstein. Solo tenía dieciocho años la niña…

Enfoca el evento Russell como una especie de viaje alucinógeno. Algo así como un retablo lisérgico animado por unos personajes enloquecidos, que, acosados por el laúdano (opio mezclado con alcohol) y el vino, se entregan a los mayores delirios sin ninguna clase de escrúpulo moral o intelectual. El argumento, que no viene de ninguna parte, tampoco llega a ninguna parte, y, la película, más parece una sucesión de imágenes y acontecimientos impactantes, o que pretenden serlo, que un verdadero film.

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Descuella, en mi opinión, la actuación, la presencia del inquietante y gallardo irlandés Gabriel Byrne en el papel de Byron (nada que ver con Philip Anglim del film de Passer o con el entonces bisoño Hugh Grant de Remando al viento) y la de Timothy Spall en el papel de un apocado e inestable doctor Polidori. 

«Somos nosotros quienes perdidos en visiones
turbulentas reñimos con fantasmas
una inútil batalla y en trance de locura
apuñalamos con el puñal del espíritu
invulnerables nadas. Nos pudrimos…»

(fragmento de Adonais de Percy Bysshe Shelley)