Este titular, amig@s, podría resumir las líneas de diálogo de Desde París con amor, la cinta de acción de Pierre Morel, con guión de Luc Besson y con John Travolta y Jonathan Rhys Meyers encabezando el reparto.
Desde París con amor es una sencilla ensalada verde, una película de acción de fábrica completamente convencional, llena de tópicos y sin nada que aportar. Pasa tangencialmente por la superfície del género sin pena ni gloria, sin una trama convincente, sin identidad, sin una sola secuencia para el recuerdo y sin personajes memorables aunque así lo pretenda. Esto sí, no aburre para nada, pero cuando salen películas como Green Zone eso ya no vale como consuelo de tontos.
La cosa va de un agente del gobierno, James Reese (Jonathan Rhys Meyers), a quién le asignan un nuevo compañero, Charlie Wax (John Travolta), con quién emprenderá una trepidante carrera para impedir un atentado terrorista.
Lo que se intenta con esos dos, creo, es formar una pareja al estilo de Riggs y Murtaugh en Arma Letal, con Wax como el completo pirado psicópata anárquico y Reese siendo la otra cara de la moneda, el analítico, el Pepito Grillo del tarado.
Y es un completo fracaso. Aunque trabajan bien, la química entre los dos actores es nula y el guión no ayuda, pues no aporta situaciones que favorezcan la conexión entre ambos. Es más, Luc Besson deja bastante tirado a Reese y se ceba en plantear escenas para lucimiento de Wax y, aún así, no resulta intersante porque son reiterativas, describen el personaje una y otra vez con el mismo adjetivo sin pensar que, a lo mejor, el público tiene cerebro y ya lo pilla a la primera o, a lo sumo, a la segunda.
No obstante, lo que te mata de Desde París con amor es el final, pues va más allá de la previsibilidad convirtiéndose en sorprendente. Pero no por bueno, sino por gratuito, absurdo y tan carente de emoción como para sentir vergüenza ajena.
Sea como sea, en todo desierto hay oasis y me gustaría terminar compartiendo las dos cosas que me han gustado de la película. La primera es la secuencia de la escalera de caracol, dónde tendría que haber terminado el capítulo descriptivo de Wax. Mola porque muestra la brutalidad del tío con una secuencia fuera de campo, ya que Reese está subiendo las escaleras detrás de Wax y tiene que ir esquivando los cadáveres que el primero va arrojando por el agujero. Lo encontré chistoso y bastante original.
Y la segunda cosa es el sutil pero grandioso guiño a Pulp Fiction, con John Travolta comiéndose encantado de la vida una Royale Cheese. Bonito, entrañable y eficaz, sí señor.
