En Gaza, miles de personas se agrupan en la calle Rashid, desesperados por recibir ayuda alimentaria. Abeer Safi, una mujer desplazada del barrio de Zeitoun, relata su lucha diaria. «Antes recibía fácilmente la ayuda distribuida por la ONU. Ahora, no recibimos nada», dice. La situación se ha deteriorado enormemente desde la pérdida de su esposo en el conflicto, dejándola sola con la responsabilidad de cuidar a sus hijos.
La escena es desgarradora: hombres, mujeres y niños, demacrados y fatigados, compiten por obtener los escasos suministros que llegan. La Organización de las Naciones Unidas ha indicado que tiene los recursos para atender a todos los necesitados, pero continúa pidiendo el levantamiento de las restricciones impuestas por Israel sobre la entrada y distribución de ayuda en la Franja.
El riesgo de perder la vida se ha vuelto cotidiano. Fayza al-Turmisi, desplazada de Shuja’iyya, describió cómo, en medio del caos, la gente es obligada a tirarse al suelo mientras las balas vuelan sobre sus cabezas. «Si levantas la cabeza, te alcanzan. Si te quedas en el suelo, las balas caen a tu alrededor», relata.
La escasez de comida ha llevado a situaciones extremas. Mohammed Mudaris, un niño de siete años, comparte su dolor. «Soy el mayor de mis hermanos. Mi padre murió ayer en un ataque aéreo. Intento pedirle a alguien que me dé un plato de harina o algo de comer». A pesar de su pérdida, no puede permitirse llorar: su familia depende de él.
Las mujeres, como Asma Masoud, también enfrentan severos desafíos. Con un esposo paralítico, ella se ve obligada a salir y arriesgar su vida para llevar algo de alimento a sus hijos. «Nunca recibimos la ayuda que nos corresponde. Me arriesgo para llevar comida a mis hijos», explica. La corrupción en la distribución también es un obstáculo, ya que algunos jóvenes venden la ayuda a precios inalcanzables para las familias necesitadas.
Maqboula Adas, quien cuida de su esposo herido y de su hijo con una pierna rota, lamenta la falta de apoyo. «No sé cómo voy a alimentar a mis hijos. Todos los días voy a intentar conseguir harina. Si no fuera por eso, habrían muerto de hambre», dice.
La situación se vuelve más crítica, con advertencias de un grave riesgo de hambruna. Organismos internacionales informan que las tasas de desnutrición en menores han alcanzado niveles alarmantes. La ONU calcula que al menos 147 personas han muerto por hambre y desnutrición, incluidas 88 niños.
La caótica distribución de ayuda alimentaria ha complicado aún más la situación. La población civil se encuentra atrapada entre el peligro del conflicto y la desesperación por sobrevivir. En medio del sufrimiento, Enaam Siam, madre de seis niños huérfanos, sostiene: «¿Por qué no se entrega la ayuda a los almacenes y se distribuye por mensaje de texto? Si me matan, ¿quién cuidará de mis hijos?».
La comunidad internacional se enfrenta al reto de garantizar un mecanismo de distribución justo. La situación en Gaza continúa siendo una crisis humanitaria de proporciones devastadoras, donde la esperanza se torna cada vez más escasa.
Fuente: ONU últimas noticias
