En 2023, solamente el 1% de las empresas productoras del mercado en la Unión Europea (UE) estaban bajo control extranjero. Pese a su escasa representación, estas empresas aportaron significativamente al empleo y al valor añadido en la región. De esta cifra, más de la mitad, un 60%, correspondía a unidades institucionales de otros países de la UE, mientras que el 40% restante eran controladas desde fuera del bloque.
Luxemburgo se destacó como el país con la mayor proporción de empresas controladas por extranjeros, alcanzando un 28% del total, seguido de Estonia con un 11%. En el resto de los países de la UE, la representación de empresas extranjeras se mantuvo por debajo del 5%, con valores que oscilaban desde un 0,3% en Polonia e Italia, hasta un 5% en Croacia.
A pesar de su relativamente bajo número, estos negocios desempeñan un papel crucial en la economía europea. Representan el 16% del empleo total en la UE y contribuyen con un 24% al valor añadido total de la economía. Este impacto es particularmente notable en países como Irlanda, donde el valor añadido por estas empresas alcanza un impresionante 71%. Luxemburgo y Eslovaquia les siguen con un 61% y un 50%, respectivamente. Por el contrario, naciones como Francia, Italia y Alemania muestran cifras más modestas, con porcentajes de valor añadido que apenas llegan al 18%.
En lo que respecta al empleo, los datos revelan que las empresas controladas por extranjeros son responsables del 45% de los puestos de trabajo en Luxemburgo y del 28% en Eslovaquia y Chequia. Sin embargo, en otros países como Grecia y Chipre, esta proporción es significativamente menor, al situarse en torno al 10% o menos.
Estas estadísticas subrayan no solo el modesto número de empresas extranjeras en la UE, sino también su considerable influencia en el entorno laboral y en la generación de valor económico en la región.





