Conseguir un moreno saludable es uno de los objetivos cuando se acercan las vacaciones de verano. Es por eso que en esta época se fomenta el uso de productos para la protección solar y bronceadores, para que las radiaciones no nos dañen la piel y logremos un bronceado perfecto. Sin embargo, debemos tener en cuenta que cada piel es diferente y cada una requiere unos cuidados concretos. Desde CellActive, sistema de tratamientos para la belleza, juventud y perfección de la piel, nos explican que para lucir un bronceado saludable es recomendable activar la piel por medio de productos de nutricosmética.
La nutricosmética es uno de los principales aliados durante la época veraniega. Productos como BronceActive, desarrollados especialmente para minimizar la exposición solar sin perder el bronceado, ayudan a acelerar el moreno en nuestra dermis, a la vez que protegen la piel de las agresiones provocadas por el sol y permite alargarlo durante más tiempo. Gracias a su fórmula con vitaminas C y E, potentes antioxidantes naturales previenen el fotoenvejecimiento y con el aumento de la síntesis de colágeno, reduce las arrugas y reafirma la piel. Sus activos ricos en Omega 3 y ácido gamma-linoleico calman la inflamación, las irritaciones de la piel y su sequedad, dejando como resultado un bronceado natural y atractivo, además de una piel hidratada y 100% sana.
Tipos de protección solar
Una vez que se ha preparado la piel, se debe elegir una protección solar en función del tipo de piel, diferenciando entre químicos y físicos. Los niños, las mujeres durante la menopausia y los que cuenten con pieles delicadas, deben utilizar filtros inorgánicos, también conocidos como protecciones solares físicas. Están consideradas naturales por su alto contenido de óxido de zinc y dióxido de titanio. Esta protección solar nos preserva de la radiación reflejándola. Es decir, actua como un espejo de tal forma que la radiación nunca alcanza las células de la piel. Además, este tipo de protectores no tienen riesgo de causar ningún tipo de alergia.
Las protecciones orgánicas son justo lo contrario. Son compuestos químicos, aromáticos de origen orgánico que en lugar de reflejar la radiación UV, protegen absorbiéndola y descomponiéndola. Este tipo de protectores cuentan con diferentes filtros que tienen distintos espectros de absorción, unos absorben más el UVA, otros el UVB y otros ambos. Algunos de estos filtros pueden alterar el equilibrio hormonal y causar dermatitis alérgicas o fotoalérgicas de contacto, es decir, reacciones en la piel tras la exposición al sol. En general todos los filtros están obligados a pasar controles toxicológicos estrictos y la concentración máxima que puede incluirse en una crema de protección solar está regulada internacionalmente, por lo que son seguros. Aún así, este tipo de protectores solares no son recomendables para personas con pieles sensibles, ni para los más pequeños de la casa.
«En niños, mujeres embarazadas o durante la menopausia y aquellas personas con pieles delicadas, los protectores más adecuados son los físicos, ya que se consideran naturales y seguros por su actuación como espejo, reflejando las radiaciones solares«, indica el Director Técnico de I+D de CellActive, Jaime Peña.
Independientemente de cuál sea el tipo de protección solar elegida, hay que seguir una serie de pasos para conseguir un bronceado saludable, como aplicarlo con 30 minutos de antelación antes de la exposición solar y renovar la aplicación periódicamente, sobre todo durante las horas centrales del día, momento en el que los rayos son más fuertes o después del baño.