A finales de 2024, el número de desplazados internos en el mundo alcanzará los 83,4 millones, según el Informe Global sobre Desplazamiento Interno 2025 del Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC). Esta cifra, equivalente a la población de Alemania, representa un aumento alarmante de más del doble en comparación con hace seis años.
Alexandra Bilak, directora del IDMC, ha destacado que el fenómeno del desplazamiento interno es el resultado de una intersección entre conflictos armados, pobreza y el cambio climático, impactando con especial gravedad a los más vulnerables. Bilak ha calificado esta situación no solo como una crisis humanitaria, sino como un reto político y de desarrollo que requiere una atención más urgente.
De los 83,4 millones de personas desplazadas, alrededor de 73,5 millones han sido forzadas a abandonar sus hogares debido a conflictos y violencia, lo que representa un incremento del 80% en seis años. Diez países cuentan con más de 3 millones de desplazados internos, siendo Sudán el más afectado, con 11,6 millones de desplazados internos, una cifra récord en un solo país. Además, otros 9,8 millones han sido desplazados por catástrofes, lo que equivale a un aumento del 29% con respecto al año anterior.
El impacto del cambio climático es evidente, ya que más de tres cuartas partes de los desplazados internos en 2024 viven en países altamente vulnerables a sus efectos. Esta realidad complica aún más la capacidad de recuperación de estas personas y agota los recursos de las naciones afectadas. Según Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, el desplazamiento interno es una crisis que rara vez aparece en los titulares, pero su sufrimiento puede perdurar durante años, exigiendo una respuesta solidaria global.
A medida que las zonas de conflicto cambian, muchas personas han tenido que huir varias veces en un solo año, lo que incrementa su vulnerabilidad y complica sus esfuerzos para reconstruir sus vidas. En 2024, los desastres provocaron 45,8 millones de desplazamientos internos, la cifra más alta desde 2008, con Estados Unidos siendo responsable de casi una cuarta parte de ellos debido a fenómenos meteorológicos exacerbados por el cambio climático.
Egeland advierte que la reducción de la financiación humanitaria pone en riesgo la seguridad y el bienestar de las personas desplazadas. La inacción en este tema es vista como un fracaso político y un problema moral que deben abordar los gobiernos a través de voluntad política y inversiones en soluciones sostenibles. Bilak añade que es crucial no solo proporcionar asistencia inmediata a quienes lo han perdido todo, sino también invertir en abordar las vulnerabilidades que conducen al desplazamiento en primer lugar.
Fuente: ONU últimas noticias