En 2022, el gasto público en educación en la Unión Europea representó un 4,6 % del producto interno bruto (PIB), lo que indica una disminución de 0,3 puntos porcentuales con respecto al año anterior y de 0,4 puntos en comparación con 2020, año que marcó el máximo en las estadísticas desde el inicio de la recopilación de datos en 2012. Este descenso plantea preguntas sobre el compromiso de los países europeos con la inversión en la formación de futuras generaciones.
Al desglosar el gasto por niveles educativos conforme a la clasificación internacional, se observa que la mayor parte de los recursos se destinaron a la educación terciaria, que absorbió un 1,2 % del PIB, mientras que la educación preescolar recibió solo un 0,6 % de los mismos.
Entre los países de la UE, Suecia lidera en términos de gasto en educación relativo al PIB, alcanzando un impresionante 6,9 %. Le siguen Bélgica con un 6,2 % y Finlandia con un 5,9 %. En el otro extremo de la tabla, los niveles más bajos de gasto se registraron en Rumanía (2,9 %), Croacia (3,1 %) y Grecia (3,4 %).
Esta disparidad en la inversión en educación pone de relieve las diferencias en las prioridades económicas y sociales de los estados miembros, mientras el bloque europeo enfrenta desafíos crecientes relacionados con la educación y el desarrollo humano. Los datos muestran que, a pesar de una efectiva asignación de recursos en algunos países, las tendencias de gasto en educación pueden estar yendo en dirección contraria en otros, lo que podría afectar a largo plazo la calidad educativa en la región.