El Fantasma de las Navidades Próximas

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Imaginemos a un Ebenezer Scrooge editor o librero. Un hombre huraño y avaro que sólo piensa en los beneficios a corto plazo y no se preocupa por el bienestar y el futuro de sus empleados (los autores) y de sus pobres hijos (los libros). El negocio y la propia vida del señor Scrooge están condenados a extinguirse pero él todavía no lo sabe.

Hasta que una noche, el señor Scrooge recibe la visita del Fantasma de las Navidades Próximas, quien le muestra una terrible visión del futuro: el libro electrónico ha terminado con el negocio de las librerías y también con el modo de vida de muchos autores. La tumba de Scrooge (editor) está situada en el cementerio junto a la del pequeño Tim Cratchit (el libro de papel).

Pero no todo está perdido. Cuando Ebenezer Scrooge despierta de su pesadilla profética todavía está a tiempo de cambiar el curso de los acontecimientos. Y pone manos a la obra: decide convertirse en un editor bueno y preocuparse por sus empleados y por sus criaturas, los libros, con lo que posiblemente está salvando su propio destino…

La llegada del libro electrónico y el tsunami que va a provocar en el océano editorial mundial son un secreto a voces, una profecía segura. Falta saber cuál será el período de convivencia entre los dos formatos, el de papel y el digital. Falta saber cuál será el uso preciso que la gente haga de los nuevos dispositivos de lectura, como demuestra el hecho de que unos llevan teclado para escribir y otros no. Y lo que es más grave, falta saber cómo se resolverá el compejo problema de la piratería y de los archivos compartidos por internet para que los autores y los editores perciban sus correspondientes beneficios de una manera justa y sostenible.

Del invento se beneficiarán los lectores, cuando el precio de los dispositivos se popularice y se pueda acceder a novedades editoriales a precio de iTunes (9,99 €).

Y del invento se beneficiarán los bosques, sobra explicarlo.

Mi pronóstico personal es que, a muy corto plazo, las editoriales utilizarán la descarga electrónica de sus libros en sustitución a la edición de bolsillo; es decir, que primero colocarán sus novedades en las librerías, bien bonitas y encuadernadas, y al cabo de unos pocos meses no tendrán más remedio que facilitar el libro digital a precio económico a través de su página web.

En mi visión profética del futuro, el Kindle o el Sony Reader se convertirá sin duda en el regalo de las próximas navidades. Pero no tiene por qué ser una visión fantasmagórica o fúnebre. Lo que caracteriza el flujo de información y contenidos por internet es la falta de filtro, la ausencia de orientación y de criterio, y precisamente ahí entrarán en juego los editores del futuro. Más que nunca, su papel será decisivo, y su principal preocupación deberá ser cuidar a sus autores para que no se les mueran de hambre o se autoediten en el mercado libre de internet.

Siempre que quieran hacer como el señor Scrooge, claro está, y tomar buena nota de lo que les susurran los fantasmas de sus pesadillas.

PD: No dejéis de visitar el blog de José Antonio Millán, El futuro de los libros, donde habla de todo esto mucho mejor que yo.