El conflicto, esencia de la historia

el-conflicto-1.jpgSegún la teoría del monomito, elaborada por el antropólogo Joseph Campbell y desarrollada más tarde por Christopher Vogler en su libro El viaje del escritor, el elemento clave de una historia, lo que la distingue de cualquier otra clase de texto literario y lo que consigue captar el interés del lector no es que sea ficticia o real, ni el lenguaje más o menos poético en que venga narrada, sino la presencia ineludible de un hecho que altera completamente la vida del héroe.

Cuando empezamos a contar una historia partimos de una situación estable: su protagonista vive una vida más o menos equilibrada (lo que no quiere decir necesariamente que sea feliz, sino que tiene una rutina establecida). Entonces, de repente o de forma gradual, se produce un acontecimiento que altera de manera radical ese equilibrio, ya sea de forma negativa o positiva. Tanto puede ser que maten a su padre, que estalle una guerra y lo llamen al frente, que conozca una chica y se enamore o que le toque la lotería. Eso es igual. Lo importante es que se produzca una alteración de la rutina, un desequilibrio en la vida del personaje. Ese acontecimiento perturbador es lo que se conoce como conflicto literario.

Porque una historia no es una mera sucesión de acontecimientos concatenados, ni siquiera aunque relaten como un personaje alcanza una meta. Porque si alguien quiere algo y simplemente lo consigue, podremos felicitar al personaje por su buena suerte o por su tesón y esfuerzo, pero no conseguiremos establecer la necesaria conexión empática entre el lector y el protagonista. Por muy bien narrada que esté, no sería más que la crónica de unos hechos, una información que podríamos considerar valiosa o no, pero para que nos identifiquemos con el personaje es necesario que haya algo que perturbe o se oponga a la consecución de esa meta y que obligue al protagonista a actuar, buscando soluciones y tomado decisiones. Como consecuencia de estas acciones, que nosotros podemos valorar, el personaje sufre cambios: pasa de la esperanza de la desesperación, del amor al odio, de la debilidad a la fortaleza. De esta forma crece y evoluciona, y nosotros lo hacemos con él. Eso es lo que nos atrapa en una historia.

La naturaleza del conflicto depende del contexto en que se desarrolle: En una historia de aventuras, el héroe podría salir en búsqueda de su hija secuestrada; en una de amor, podría intentar conocer a la vecina del piso de debajo de la que se ha enamorado al verla desnudarse a través de la ventana; en una de terror o ciencia ficción, podría ser el descubrimiento de una fórmula para una vacuna milagrosa o un combustible inagotable, y en una para niños pequeños, el primer día en el colegio o una visita al mercado. Eso da igual. Lo importante es que sea un acontecimiento concreto que desequilibre la vida del personaje obligándole a enfrentarse a una situación nueva o inquietante, y le provoque un deseo consciente y/o inconsciente de aquello que él cree que restaurará el equilibrio, por lo que se lanzará a la búsqueda de su objeto de deseo contra las fuerzas antagonistas (internas o externas) que intentan impedírselo.

Tal vez lo consiga o tal vez no. Eso es irrelevante. Lo importante es que creará preguntas en la mente del lector (explícitas o implícitas) y suscitará su interés por el desarrollo de la historia, en el que estas preguntas evolucionarán, cambiarán o se multiplicarán según las decisiones que adopte el protagonista, hasta hallar las respuestas en el desenlace.

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