Hace apenas tres días escribía sobre el ostracismo que estaba sufriendo el bueno de Sergio en la NBA. Pues bien, anoche tuvo una pequeña oportunidad de demostrar lo que valía (12 minutos), y la aprovechó, vaya si la aprovechó. Hizo lo que debe hacer un base (y más en la NBA), aburrirse a dar asistencias. Repartió en un solo cuarto más pases de canasta que los otros tres bases del equipo juntos (incluyendo a Dixon) en todo el partido. Además, para colmo, sólo perdió un balón, y fue culpa de un compañero que no estuvo atento a su pase. En 12 minutos, un tinerfeño de 20 años ha demostrado porqué debe ser el base titular de su equipo NBA, ¿o acaso hace falta algo más querido Nate?
Portland sigue sin estar mal clasificado en su conferencia; con un bagaje de cuatro victorias y cuatro derrotas está segundo en la División Noroeste de la NBA (la más floja del oeste). A pesar de las lesiones de hombres importantes como Roy y Miles (para toda la temporada éste), el equipo sigue ahí en la pomada. Pienso incluso, que irían mejor si no tuvieran un entrenador tan «cabezaburro», si se me permite la expresión.
Anoche tenían que haber ganado el partido, ante un rival directo y de inferior nivel, los Minnesota Timberwolves, pero lo echaron por la borda en un desastroso primer cuarto. La causa, muy sencilla, el quinteto que una y otra vez pone en liza el señor McMillan. Para empezar, Aldridge, Dixon y Sergio deberían ser titulares; sin entrar en valoraciones de cómo reparte luego los minutos, eso es otra historia, y por ahora no me meto.
Pero a pesar de todo, la gran noticia del encuentro (y razón de este artículo), es que Sergio dispuso del último cuarto enterito para divertirse y sobre todo lucirse en la mejor liga del mundo. Su equipo iba perdiendo de 18 puntos por entonces, y hasta consiguió ganar el último período 29 a 23. La estadística de Sergio fue de 2 puntos, 8 asistencias y 1 robo de balón. Mientras Jarret Jack, el base titular completó en más de 30 minutos de juego; 8 puntos (1-7 en tiros de campo) y 6 asistencias. En una liga que obsesionada con los números… juzguen ustedes mismos quién resulta más rentable para el equipo.
Pienso que la mayoría de entrenadores nacen para destrozar jugadores o incluso lo bonito que tiene un deporte. Nunca los entendí, simpaticé con ellos, o compartí sus planteamientos (ni creo que lo haga). Ni cuando era jugador; ni como aficionado; ni como amante del baloncesto; ni ahora, como escritor de artículos.