En Sudán, las mujeres están enfrentando la mayor crisis de desplazamiento del mundo, no solo como víctimas, sino también como líderes y activistas que prestan servicios vitales en medio de alarmantes índices de violencia y abuso sexual. A dos años del inicio del conflicto, la violencia ha llevado a más de doce millones de personas a abandonar sus hogares, con la población más vulnerable –niños y mujeres– siendo la más afectada.
La situación en Sudán ha sido descrita por Marwa, representante de una organización que trabaja con mujeres, como “sin precedentes”. La crisis ha separado familias y dejado a muchas personas sin sus posesiones. A pesar de estos desafíos, Marwa enfatiza la resiliencia de las mujeres, quienes están intentando influir en el proceso de paz y mantener unidas a sus familias.
La mayoría de estas mujeres solían trabajar en fábricas o vender alimentos, actividades que han sido severamente impactadas por la guerra. La destrucción de infraestructuras ha paralizado la industria y todas las actividades de subsistencia, afectando en gran medida su capacidad para sostener a sus familias y comunidades.
La violencia sexual ha aumentado de manera alarmante, causando traumas profundos y estigmas en las mujeres. El incremento de casos de secuestro de niñas es especialmente preocupante, dejando a muchas en situaciones de vulnerabilidad extrema. Marwa menciona que este tipo de violencia no solo busca esclavizar, sino que también tiene como fin humillar a las familias y a la sociedad.
Particularmente en la región de Darfur y en la frontera con Chad, la violencia ha alcanzado niveles insoportables, lo que Marwa califica de “vergüenza para la humanidad”. Según un informe de la Misión de Investigación en Sudán, la violencia sexual ha incrementado un 288% en el último año, aunque se estima que los números reales son mucho mayores, ya que muchos casos no son denunciados debido al estigma.
Las historias de mujeres y niñas que han sufrido esta violencia son desgarradoras, incluyendo el suicidio de algunas víctimas debido al estigma que las rodea. La inclemencia de los ataques ha aumentado la vulnerabilidad de todas las mujeres, sin distinción de edad, llevándolas a un sufrimiento indescriptible.
Marwa hace un llamado a las jóvenes que viven en medio de estos conflictos, instándolas a seguir adelante y trabajar en iniciativas que promuevan la paz. A pesar del entorno adverso, su mensaje es uno de esperanza y resiliencia, enfatizando la importancia de la acción y el compromiso hacia un futuro mejor.
Fuente: ONU últimas noticias