El Athletic de Bilbao fue el verdugo que se cargó a Marcelino, fue el detonante que el entrenador fuera destituido después del encuentro, aunque era una crónica de una muerte anunciada, porque las declaraciones del que hasta ayer era míster del Zaragoza, eran muy claras que el lunes no iba a estar en los entrenamientos, eso sí, se llevó todo el cariño de la afición, y es que Marcelino ganó un partido y perdió otro, por un lado perdió el encuentro contra el conjunto bilbaíno, por 1-2, pero ganó el de la la granda, los casi 30.000 aficionados que se dieron cita anoche en el estadio de la Romadera cantaron a favor de él, corearon el nombre de Marcelino, pero criticaron y sacaron pañuelos a la grada.
La afición salió cabreada por la actitud de algunos jugadores, ante los micrófonos aseguraron que el entrenador no era el culpable, que era la directiva, que prometió unos fichajes, unos jugadores que cambiaran el nivel de la plantilla, pero lejos de eso no trajeron nada, por lo que no se le puede pedir más al entrenador.
Ahora Marcelino se va con un sabor agridulce, por un lado contento por el trabajo y el reconocimiento de la afición, y por otro, con la tristeza de ser destituido.
