Los fenómenos meteorológicos extremos continúan causando estragos en diversas partes del mundo, manifestándose en forma de inundaciones, huracanes, incendios forestales y sequías que afectan a millones de personas y generan pérdidas económicas significativas. En el último año, España ha sido testigo de inundaciones sin precedentes, mientras que Cuba y Florida sufrieron la furia de violentos huracanes. En Sudamérica, incendios forestales han devastado extensas áreas, y la Amazonía enfrenta una sequía extrema, dejando a miles de niños sin acceso a la comida y la educación. Tifones mortales han golpeado tanto a China como a Filipinas, aumentando la preocupación por la creciente frecuencia e intensidad de estos eventos.
Aunque estos desastres naturales han ocurrido históricamente, el impacto del cambio climático ha alterado su patrón, transformando fenómenos que antes eran poco comunes en eventos más frecuentes y destructivos. La inacción de los gobiernos y la sociedad frente al cambio climático ha sido alarmante, lo que ha llevado a que la financiación de alternativas limpias a los combustibles fósiles sea imprescindible en la agenda de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP29, que se llevará a cabo del 11 al 26 de noviembre en Bakú, Azerbaiyán.
El inicio de la COP29 se presenta en un contexto crítico. Recientes informes climáticos indican que la temperatura media global se aproxima a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, lo que podría llevar a un aumento catastrófico de entre 2,6 y 3,1°C para finales de siglo si no se implementan recortes drásticos en las emisiones de gases de efecto invernadero. La ONU ha hecho un llamamiento urgente para una acción colectiva, particularmente solicitando el liderazgo del G20, que engloba a las economías más desarrolladas y a los mayores emisores de gases contaminantes.
Las conferencias COP son vitales para el diálogo internacional sobre la crisis climática, ofreciendo un espacio donde los países pueden acordar medidas para limitar el calentamiento global y fomentar la adaptación de comunidades vulnerables. En esta edición, una de las prioridades será establecer un nuevo objetivo de financiación climática que asegure los recursos necesarios para las naciones en desarrollo, permitiéndoles abordar la transición hacia economías sostenibles y adaptarse a los efectos del cambio climático.
Durante las dos semanas de negociaciones, se espera que los países discutan y lleguen a acuerdos sobre las responsabilidades compartidas para enfrentar el cambio climático. Estos trabajos no solo tratan de alcanzar consensos básicos, sino también de situaciones dramáticas en las que múltiples partes pueden estar en desacuerdo hasta el último minuto.
Además, la COP29 también tiene la intención de explorar la reforma de la arquitectura financiera internacional, con el objetivo de que los países con menos recursos puedan invertir en medidas de protección social y sostenibilidad. La creación de un sistema financiero más adecuado es esencial, ya que muchas naciones enfrentan niveles insostenibles de deuda que limitan sus capacidades.
A medida que la conferencia avanza, hay signos de que la transición hacia energías renovables se acelera en diversas regiones del mundo. La creciente accesibilidad y rentabilidad de la energía solar y eólica apunta a un futuro inevitable donde las energías limpias dominarán el mercado energético. Los países están ultimando sus planes climáticos nacionales, centrándose en la transición lejos de los combustibles fósiles y en el compromiso de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 grados.
Con la voluntad política adecuada y el apoyo financiero necesario, se vislumbra una oportunidad de transformar la situación actual y poner fin a la era de dependencia de combustibles dañinos para el planeta. La COP29 podría ser un escenario clave para iniciar estos cambios cruciales en la lucha contra el cambio climático.
Fuente: ONU últimas noticias
