Economía de palabras

Hay escritores que no necesitan escribir muchas páginas para transmitir al lector hermosas sensaciones, a veces contradictorias y profundas.

Alessandro Baricco es uno de ellos y Seda su libro más leído. ¿Se puede transmitir más en menos páginas?. La aventura, el misterio, la sutileza, la felicidad, el dolor…, todo servido poco a poco sin pasarse, en pequeños sorbos.

Pienso que este tipo de obras no se debería llevar al cine o yo no haber ido a ver la película. No puedo ser objetiva al enjuiciarla porque ya en las primeras imágenes me decepcionó. Para remediarlo me sumergí esa noche en otra novela corta suya: Noveccento, un monólogo teatral. Nada que ver con Seda, excepto en el sabor que queda después de leer a Baricco, como vislumbrar todo un mundo.

Sobre decir mucho con tan poco, cuenta Alessandro Baricco que leyendo un diario descubrió un rumor acerca del también escritor Raymond Carver. Se decía que él escribía sus cuentos, pero su editor, Gordon Lish, los corregía radicalmente.

Entonces quiso cerciorarse y se fue a Bloomington (Indiana) y a su biblioteca, Lilly Library, a la que el editor había vendido todas las cartas y los escritos a máquina de Carver, en los que estaban incluidas sus correcciones .

Cuando llegó pidió el archivo y -dice Baricco- que le entregaron una enorme caja para mudanzas, con los cuentos originales de Carver y las correcciones de su editor Gordon Lish.

La curiosidad de Baricco hacia Raymond Carver no era la de entender si el cuento es más bello tal como lo escribió o después de las correcciones.

Lo interesante –cuenta Baricco- es descubrir, bajo las correcciones, el mundo original de Carver. Es como llevar a la luz un cuadro sobre el cual alguien ha pintado después otra cosa. Usas disolvente y descubres mundos ocultos. Y eso es lo que descubrió Baricco. El editor con su tijera y medios técnicos desnudó al autor y lo dejó como se le conoce, como al padre del “realismo sucio” y el modelo de novelas como American Psycho.

Sin embargo, en esas cuartillas y finales que su editor suprimió estaba el verdadero autor, aquel que construía paisajes de hielo, pero luego los veteaba de sentimientos, como si tuviera necesidad de convencerse que, a pesar de todo aquel hielo, eran habitables. Humanos. Al final en los originales, la gente llora. O dice: te amo. Y la tragedia es explicable. No es un monstruo sin nombre.

Gordon Lish, su editor, tuvo que intuir , por el contrario, que la visión pura y simple de aquellos desiertos helados era lo que aquel hombre tenía de revolucionario. Y era, en fin, lo que los lectores tenían ganas de que se les narrara.

Y Baricco, hacia el final de su pesquisa, se hace y nos hace esta pregunta: ¿el punto de vista editorial es el mejor punto de vista?

El hombre que rescribía a Carver

Alessandro Baricco

Traducción de Annunziata Rossi

Tomado de La República

Scroll al inicio