El terremoto de Afganistán ha generado una devastación sin precedentes en el país, según declaraciones del titular de Ayuda de Emergencia de la ONU, Tom Fletcher. Este desastre ha afectado a cientos de miles de personas en zonas remotas que ya lidiaban con las secuelas de décadas de conflicto y desplazamiento, resultando en la pérdida de hogares y medios de vida.
Fletcher afirmó que la catástrofe es un reflejo del grave costo de la disminución de recursos destinados a la labor humanitaria. Indicó que los recortes en financiamiento han paralizado servicios esenciales de salud y nutrición, han impedido que aeronaves, vitales para las comunidades aisladas, operen, y han forzado a las agencias de asistencia a reducir su presencia en el país. Sin embargo, a pesar de estas carencias, los equipos humanitarios de la ONU han comenzado a responder gracias a un desembolso de diez millones de dólares del Departamento de Asuntos Humanitarios.
El impacto del sismo, de magnitud 6.0, ha dejado un saldo alarmante de 2205 muertos y más de 3640 heridos, según la Organización Mundial de la Salud. Las provincias de Kunar y Nangarhar fueron las más afectadas, reportando la destrucción de al menos 6750 viviendas. Además, las réplicas del terremoto han incrementado la inquietud entre los sobrevivientes, muchos de quienes residen en campamentos temporales con recursos limitados.
Las operaciones de asistencia se ven obstaculizadas por deslizamientos de tierra y escombros que bloquean rutas cruciales. La población, en especial los niños, sufre de traumas emocionales severos, con consecuencias que incluyen insomnio y estrés agudo, complicados por la falta de profesionales en salud mental.
Las mujeres enfrentan dificultades adicionales para acceder a atención médica, ya que muchas requieren la compañía de un tutor masculino para poder desplazarse. La escasez de personal médico femenino y la falta de privacidad en los centros de salud agravan aún más la situación.
Las condiciones en los refugios temporales son críticas, con un alto riesgo de brotes epidémicos. Se han reportado casos de diarrea acuosa aguda, dengue y malaria, lo que aumenta la tensión sobre un sistema de salud ya frágil. En este momento, sólo hay cuatro hospitales operativos en las áreas más afectadas, y uno de ellos ha recibido a 895 pacientes heridos desde el inicio del desastre.
La OMS ha intensificado su respuesta desplegando equipos médicos móviles en áreas remotas, proporcionando consultas, atención materno-infantil y medicamentos esenciales. No obstante, destaca un déficit de financiamiento crítico de al menos cuatro millones de dólares, lo que amenaza la continuidad de estas vitales actividades. La organización ha hecho un llamado a la comunidad internacional para que refuerce su apoyo ante esta crisis en constante agravamiento.
Fuente: ONU últimas noticias