El Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (GAR) 2025 destaca un aumento significativo en los costes directos de los desastres, que han alcanzado aproximadamente 202.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, el impacto real de estas catástrofes sobrepasa los 2,3 billones de dólares cuando se consideran los gastos en cascada y el daño a los ecosistemas. Jenty Kirsch-Wood, experta de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), señala que se ha estado «subestimando e inframidendo crónicamente el impacto de los desastres» en el progreso hacia el desarrollo sostenible.
El informe titulado «La resiliencia es rentable: Financiar e invertir para nuestro futuro» advierte que los costes seguirán en aumento, especialmente debido a la crisis climática. La frecuencia de desastres climáticos se ha incrementado, generando preocupantes estadísticas sobre el riesgo que enfrentan las generaciones futuras. Mientras que una persona nacida en 1990 tiene un 63% de probabilidades de experimentar una inundación catastrófica en su vida, para un niño nacido en 2025 esa cifra se eleva al 86%. Kirsch-Wood enfatiza que «estos fenómenos nos afectan a todos» y subraya que el impacto no se mide solo en infraestructuras destruidas, sino también en años perdidos de salud, educación y oportunidades.
La carga financiera de los desastres recae desproporcionadamente en los países en desarrollo. En 2023, América del Norte lideró las pérdidas económicas con 69.570 millones de dólares, representando solo el 0,23% de su PIB. En contraste, Micronesia experimentó un impacto mucho más severo, con pérdidas de 4.300 millones de dólares que afectaron al 46,1% de su PIB subregional. La atención sanitaria, la educación y el empleo se ven cada vez más amenazados por las emergencias, lo que incrementa la deuda nacional y retrasa la recuperación, especialmente en naciones vulnerables.
Con el aumento de las catástrofes en las últimas dos décadas, las pérdidas financieras se han duplicado. El informe de la UNDRR sugiere que la comunidad internacional debe colaborar para realizar inversiones sostenibles que fortalezcan la resiliencia ante futuros desastres. Kirsch-Wood afirma que la mayoría de los daños causados por fenómenos climáticos son evitables, y el gran desafío es alinear los sistemas de financiación para reducir la carga sobre los gobiernos.
El informe también señala que, entre 2014 y 2023, casi 240 millones de personas fueron desplazadas internamente por desastres, con China y Filipinas a la cabeza en cifras de desplazamiento. Sin embargo, presenta además recomendaciones sobre cómo invertir en resiliencia puede mitigar el creciente costo económico y hacer más eficientes los recursos de ayuda internacional.
Aumentar las inversiones en la reducción del riesgo de desastres y construir comunidades resilientes no solo puede revertir las tendencias actuales, sino también generar prosperidad a largo plazo. Kamal Kishore, responsable de UNDRR, destaca que proporcionar a las comunidades herramientas científicas y recursos para planificar su entorno les permitirá no solo reducir pérdidas, sino también fomentar el crecimiento sostenible.
América Latina y el Caribe enfrentan una creciente vulnerabilidad sin contar con los fondos necesarios para incrementar su resiliencia. Desastres pequeños y recurrentes, como inundaciones y deslizamientos de tierra, han infligido un alto costo económico en países como Colombia, cuyas pérdidas superan los 1.000 millones de dólares entre 2000 y 2023. El informe concluye que la estabilidad y prosperidad de la región dependerán de priorizar la resiliencia sobre el gasto reactivo en el futuro. Las recomendaciones se vuelven cruciales de cara a la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, señalando que el sector privado tiene un papel fundamental en la reducción de los daños económicos provocados por desastres.
Fuente: ONU últimas noticias