De Ayudante a Refugiado: Mi Regreso a un Sudán en Guerra

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En primera persona: De trabajador humanitario a refugiado y de regreso a un Sudán en guerra

Sudán se encuentra en medio de una de las crisis humanitarias más severas y complejas del mundo. Actualmente, 30,4 millones de personas, más de la mitad de la población, requieren asistencia urgente. A pesar de esta alarmante situación, el plan de necesidades y respuesta humanitaria para 2025 está gravemente subfinanciado, con solo el 13,3% de los recursos necesarios recaudados hasta el momento.

Adam Ibrahim es un ejemplo de quienes, tras escapar de la violencia, deciden regresar para ayudar. Forzado a huir con su familia debido al aumento del conflicto, Adam optó por volver a su ciudad natal, Zalingei, en el estado de Darfur Central, para ayudar a los afectados por la guerra. En su relato, describe cómo se vio interrumpido en medio de una rutina familiar por el estallido de disparos, que transformaron su hogar en un campo de batalla.

«Al principio pensé que pronto cesarían los disparos. Corrí a abastecerme de comida y agua, pero las calles se convirtieron en un lugar de peligro», narra con una mezcla de nostalgia y desesperación. A pesar de la situación, continuó su labor humanitaria, utilizando su teléfono para enviar informes a la Oficina de Coordinación de la Ayuda Humanitaria en el país.

Después de 39 días de conflicto, Adam y su familia emprendieron un viaje traumático en busca de seguridad. Atravesaron varias ciudades y finalmente cruzaron hacia Uganda, donde rápidamente obtuvieron estatus de asilo. Allí, se dedicó a encontrar estabilidad para su familia y reencontraron un poco de normalidad en medio de la adversidad.

Sin embargo, un nuevo desafío se presentó cuando tuvo que decidir entre quedarse con su familia en Uganda o regresar a Sudán para continuar su labor humanitaria. Eligió lo segundo, motivado por un sentido de responsabilidad y el deseo de ayudar a quienes siguen sufriendo en su tierra natal.

El regreso a Zalingei fue devastador. La ciudad estaba marcada por la violencia, con edificios dañados y una atmósfera de tensión palpable. “La gente estaba traumatizada, siempre esperando el siguiente ataque”, cuenta Adam, quien encontró a otra familia refugiada en su hogar, mostrando la solidaridad que aún persiste en medio del caos.

No pasó mucho tiempo antes de que fuera trasladado a El Geneina, una de las áreas más golpeadas por la violencia en Darfur Occidental. Allí, las necesidades humanitarias son acuciantes, con faltantes de alimentos, refugios y atención médica. Las organizaciones que antes brindaban apoyo se han visto forzadas a reducir sus operaciones debido a la falta de financiamiento.

A pesar de este panorama desolador, Adam y su equipo lograron asistir a más de 800,000 personas desplazadas en las regiones de Darfur Occidental y Central entre 2023 y 2025. Además, han trabajado en la coordinación de convoyes humanitarios hacia Darfur desde Chad, llevando suministros esenciales a comunidades atrapadas en el conflicto.

Hoy, Adam continúa en Sudán, mientras su familia permanece en Uganda. La separación es dolorosa y desafiante, un recordatorio constante de las dificultades que enfrentan muchas familias en la región, pero su determinación de ayudar a su gente sigue siendo fuerte.
Fuente: ONU últimas noticias