Cuidado de los ojos en verano: así se protegen del cloro y el agua de mar

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Con la llegada del verano, pasamos más tiempo al aire libre, en la playa o en la piscina. Sin embargo, esta temporada también supone un reto para la salud ocular. Sol, sal, cloro, viento y arena son algunos de los factores que pueden dañar nuestros ojos si no tomamos precauciones. ¿Sabemos realmente cómo proteger la vista durante los meses más calurosos del año?

El cloro y la sal, enemigos silenciosos

Tanto el agua de las piscinas como la del mar pueden causar molestias e irritaciones en los ojos. En las piscinas, el cloro y otros productos químicos que se utilizan para mantener el agua limpia pueden alterar el pH ocular, provocando enrojecimiento, escozor o visión borrosa. En el caso del agua del mar, el alto contenido de sal tiene un efecto deshidratante e irritante, especialmente si hay contacto prolongado o si se abren los ojos bajo el agua.

Además, en ambos entornos es posible que haya microorganismos que puedan producir infecciones si entran en contacto con el ojo, especialmente si ya está sensibilizado.

El sol, un riesgo para la retina

La exposición directa al sol sin protección adecuada puede ser muy dañina. Los rayos ultravioleta (UV) inciden sobre la córnea y, a largo plazo, pueden provocar afecciones como queratitis, conjuntivitis actínica o incluso degeneración macular. Por eso, igual que usamos crema solar para la piel, debemos proteger también los ojos.

¿Cómo? Con gafas de sol homologadas, que bloqueen el 100 % de los rayos UVA y UVB, incluso en días nublados.

Arena, viento y alergias

Los ambientes playeros o campestres, donde hay viento y partículas en suspensión, también pueden afectar a la salud ocular. La arena puede entrar fácilmente en los ojos, causando erosiones, lagrimeo o sensación de cuerpo extraño. Las alergias estacionales, frecuentes en verano, también generan picor e inflamación.

Consejos clave para cuidar tus ojos en verano

  1. Usa gafas de sol con filtro UV certificado. No basta con que sean oscuras: deben bloquear los rayos nocivos.
  2. Evita abrir los ojos bajo el agua, tanto en el mar como en la piscina. Lo ideal es usar gafas de natación o buceo si vas a sumergirte.
  3. No uses lentillas al bañarte. El riesgo de infecciones aumenta al mezclarse con el agua.
  4. Lava tus ojos con agua limpia si notas irritación tras salir del mar o la piscina.
  5. Evita frotarte los ojos si sientes picor, especialmente con las manos sucias o llenas de arena.
  6. Lágrimas artificiales: ayudan a mantener la hidratación ocular en ambientes secos o con aire acondicionado.
  7. Consulta al oftalmólogo si la molestia persiste, hay enrojecimiento fuerte o visión borrosa.

Los niños, especialmente vulnerables

En el caso de los más pequeños, la protección ocular es aún más importante. Sus ojos están en desarrollo y son más sensibles a los efectos del sol. Por ello, se recomienda que también usen gafas de sol con protección UV desde edades tempranas, especialmente si van a pasar muchas horas al aire libre.

En resumen

El verano es para disfrutar, pero también para cuidar. La vista es uno de los sentidos más expuestos durante esta estación y requiere de atención específica. Con pequeños gestos, como usar gafas de sol de calidad o evitar el contacto prolongado con el cloro y la sal, podemos evitar problemas mayores y seguir viendo el verano con claridad.